Sobre Lolo y sus libros – Las golondrinas que no podían verse

Sobre Lolo y sus libros – Las golondrinas que no podían verse

 

«Hoy comulgué en la cama. Es que me acuesto antes por lo de la inflamación de las piernas.

Vino D. José y, con la luz artificial, me di cuenta de que ya no le veía.

Antes notaba los bultos y las manchas oscuras de los cuadros pero ahora ni eso.»

Las golondrinas nunca saben la hora

Podemos decir que este libro supone un momento más que especial para Manuel Lozano Garrido, Lolo. Y es que en el mismo se recoge, por así decirlo, el momento en el que el Beato de Linares se queda ciego del todo (17 de mayo de 1963) o, al menos, eso es lo que entendemos nosotros por las palabras que encabezan este artículo. Y es que, seguramente, mucho antes empezó a notar los efectos de la ceguera pues es en su libro «Dios habla todos los días» cuando en 1962 escribe: «Desde que pasó ‘aquello’, hace unos cinco meses, apenas si escribo en el Diario. ‘Aquello’ es lo de los ojos'». Por eso, en efecto, son nueve los años que Lolo pasó ciego antes de morir el 3 de noviembre de 1971.

Este libro abarca un periodo muy extenso de la vida de “Lolo”. En concreto, recoge lo que quiso hacer así en este diario desde el 2 de junio de 1961 al 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismomás de cuatro años de la existencia del Beato de Linares (Jaén, España). Y eso, claro, da para mucho y mucho se ve reflejado en sus casi trescientas páginas, a cual más interesante, más gozosa y llena de luz e iluminación para todo el que quiera, en verdad, ver iluminada su existencia espiritual.

Cuando en el mismo libro se encuentran el “Decálogo del periodista” (p. 170) y las “Campanadas” (12) que a la hora del último día del año de 1964 escribe (p. 196) a cada cual más luz y más fe, a uno sólo se le puede ocurrir que aquel hombre que dictaba este libro a punto de perder del todo la vista estaba verdaderamente inspirado por el Espíritu Santo a quien supo escuchar sus gemidos inefables.

El caso es que llegó un momento que las golondrinas a las que dedica el título de este libro no podían ser vistas por aquel que decía que nunca sabían la hora porque andaban formando escándalo “a todas horas”. Por eso, “Dan ganas de chistarles de madrugada, para que se callen” y es que ellas, nunca saben la hora porque “para ellas todo es ‘hoy’, ‘este momento’. Y como alusión a la muerte, esto: “Un aire las trajo, un dulce viento las llevará también algún día. No importa la fecha: será siempre ‘a su hora’, nunca antes, ni después, en aquella que está escriba en el gran catálogo celeste de las golondrinas”. Sustituyan ustedes algunas palabras y verán ahí: vida del hombre, llamada de Dios y su santa Providencia, Cielo… anhelo, cuando Dios quiera…

Lo que, en fin, hace de este libro algo muy especial es la cita con la que Lolo quiere dar comienzo al mismo. Es una que corresponde a Santa Teresa de Jesús y dice todo de lo que suponen estas páginas para quien las escribe: “Cuanto menos veo, más creo”.

Pues eso, que más creyó.

Eleuterio Fernández Guzmán

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