Santa Cena y Paz para culminar este Domingo de Ramos atípico en la ciudad de Linares

La tarde de Domingo de Ramos siempre se tiñe de oro y blanco desde la Basílica de Santa María la Mayor, para recibir el portentoso misterio de La Santa Cena, obra de Víctor de los Ríos, y tras él, la Virgen de la Paz. Este año Nuestra Señora, se preparaba para estrenar saya bordada, candelabros del paso de palio, un juego de jarras y alguna insignia, los cuales deberán esperar un año más para poder ser lucidos durante el itinerario.

El cortejo abre tradicionalmente por la cruz de guía y la Banda de Cabecera, los cuales tendrán que guardar sus estrenos musicales preparados como “El Legado”, “Génesis” y el reestreno de “En tus Manos”. El Ángel Custodio, es el primer paso de la cofradía, el cual va seguido por un enorme número de niños del grupo joven.



Una gran cantidad de nazarenos de luz siguen a los titulares cada año en su estación de penitencia, con capas de raso amarillas y blancas. Un cortejo que discurre por el centro de la ciudad con la primera luz de la tarde, dejando estampas puramente primaverales. Una vez la cofradía llega a una Carrera Oficial abarrotada, comienza su recorrido de vuelta, en el que se introduce desde el pasado año la calle Teniente Ochoa y la bajada de la calle Ponton. Lugares que dejan momentos inolvidables en la noche de un Domingo de Ramos tan especial, con un palio que suele mecerse de forma suave y elegante.

Y la cofradía comienza la subida de la cuesta de Santa María pasadas las 10 de la noche, con unos hombres de trono ya cansados, puesto que la forma de portar este paso es muy complicada. Son tantas maniobras las que deben realizarse para enfocar el paso de forma central o lateral para entrar a las calles de Linares. Una subida tremendamente emotiva, puesto que el pueblo de Linares desde fuera empuja este enorme y pesado paso, y anima a estos hombres de trono a subir el paso hasta la lonja, siendo aplaudidos por todos los presentes.

Una vez el Señor entra, comienzan sus costaleros a llevar a su Virgen de la Paz, aquella que tallase Luis Alvarez Duarte, hasta su iglesia. De forma lenta y al son de unas marchas que suelen emocionar a los presentes, como si ellos no quisieran encerrar a su virgen. Así termina un Domingo de Ramos linarense, con estas estampas tan especiales.



365 días más para que Linares vuelva a contemplar la última cena del Señor, pero mientras quédate en casa y comienza a contar los días para la próxima Semana Santa.

Redacción y fotografías: Alejandro Valderas

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