Vacaciones solidarias de la mano de la ONG «Taller de Solidaridad»

con niño en el housing project

Josefina Nieto es miembro del comité de Linares de Taller de Solidaridad, una ong de cooperación al desarrollo internacional que trabaja desde España en proyectos dirigidos especialmente a la mujer y a los niños en situación de riesgo y extrema pobreza en varios países de Hispanoamérica, África y Asia. Maestra del Aula Hospitalaria del San Agustín, se puso en marcha el pasado mes para disfrutar de unas vacaciones muy especiales.

Tras otras dos experiencias anteriores en Perú y la República Democrática del Congo, este verano se encuentra trabajando en Filipinas.

Saint Joseph comunity“Desde el verano del 2013 en que me embarqué de forma activa en esta maravillosa aventura del voluntariado internacional, las aguas de mi río no han parado de buscar nuevos cauces y de recorrer tierras habitadas por personas especiales, que dan mucho más de lo que reciben y que son capaces de contagiarme de una fuerza y un valor increíbles a pesar del mundo y de las adversidades que les ha tocado a veces vivir.

La aventura de “ayudar y ser ayudada” empezó en Perú, en una población rural al sur de los Andes, a más de tres mil quinientos metros de altitud y que ya narré en mi blog “ decazorlaalosandes.blogspot.com ”. El año siguiente mis pasos me llevaron al Congo, de donde también me vine fortalecida por los regalos diarios en forma de filosofía y lecciones de vida que pude recibir a cada instante en Lubumbashi, trabajando con niños y adolescentes y con las valientes mujeres que cada día llegaban a dar a luz en la maternidad en la que pasé la mayor parte de mi tiempo allí.

Muchas veces, las personas queremos volver a aquellos lugares y momentos en los que fuimos felices y esa era mi intención este año: regresar al Congo, pero desde la ong “Taller de Solidaridad”, me indicaron que era el momento de conocer también la realidad asiática, así que me encuentro en esta parte del mundo tan alejada de Linares, (Filipinas) desde el mes de julio.

La ong, a la que tengo la suerte de pertenecer y que tantas oportunidades me está ofreciendo, es una fundación creada por las Siervas de San José, unas religiosas adelantadas a su tiempo que trabajan en aquellos lugares donde hay más necesidad y donde no llega la ayuda de los propios gobiernos.  Y este trabajo tiene unas beneficiarias muchas veces olvidadas e ignoradas:  las mujeres. Hacia ellas van casi todos los esfuerzos, especialmente dirigidos a facilitarles la formación necesaria para que sean independientes y consigan tomar las riendas de su propia vida y así, mejorar la de sus hijos y el resto de su familia.

Aquí en Manila, se crearon para este fin los Talleres de Nazaret, donde aprendieron un oficio en el ramo de la confección que desempeñan con una destreza increíble: en los de Mandaluyon cosen ropa deportiva que después se vende como parte del proyecto de comercio justo “Ropa hecha con Amor” y los de Quezon están especializados en ropa litúrgica y bordados. A partir de estos puestos laborales se generan otros muchos proyectos como la formación de cooperativas de las propias trabajadoras y la construcción de viviendas dignas. He podido conocer y disfrutar no sólo los talleres, sino también estos hogares que se hicieron en varias fases a lo largo de los años de funcionamiento de estos talleres.

IMG_1831Donde hubo comunidades de casas para mujeres (muchas de ellas solteras), ahora hay una vida impresionante: una chiquillería alegre y bulliciosa que nos recibe mientras sus madres nos enseñan orgullosas sus hogares. Las sensaciones son increíbles: sus casas no se parecen a lo que nosotros estamos acostumbrados (algunas me recordaban las zonas deprimidas y marginales de nuestras grandes ciudades), pero la calidez de su acogida hace que las vea de una forma distinta a como objetivamente podrían verse teniendo en cuenta que se disponen en hilera en una calle sin asfaltar, con piedras y surcos creados por la lluvia (que aquí cae diariamente y de forma torrencial). Con tejados de chapa y paredes en las que una sola ventana, además de la puerta es la que proporciona un poco de alivio al calor húmedo tan común en esta parte del mundo. En una zona en la que se ve mucha gente durmiendo en las calles, esas casas son unos preciados hogares que ellas cuidan y van mejorando sin cesar en la medida de sus posibilidades.

Pero sin duda de mi experiencia en Filipinas hasta ahora, lo que más me ha impresionado ha sido conocer de primera mano los beneficiarios de la campaña “Soñando un techo”, en la que muchos linarenses colaboraron asistiendo al concierto que se realizó a beneficio de los damnificados por el tifón Yolanda, que arrasó una parte de Filipinas en el 2013. En una isla situada al sur llamada Iloilo, una población llamada Estancia fue especialmente castigada.

Fue tremendo visitar la zona y conocerlos. Nos reunimos con ellos y uno a uno se fueron presentando. Casi todos hablan en tagalo, un dialecto filipino que en las zonas rurales y más desfavorecidas le gana la partida al inglés. Erlin traducía; ella es la que dirige, supervisa y lleva las cuentas de Taller de Solidaridad aquí. Pero antes de que llegara esa traducción ya los sentimientos afloraban, no sólo porque en ese dialecto hay algunas palabras españolas y porque escuchábamos repetidas las palabras: Yolanda, Taller de Solidaridad, Siervas de San José, Salamat (gracias) sino porque sus rostros hablaban más allá de sus palabras. Sus gestos, las manos que se llevaban al corazón, sus ojos y, en ocasiones sus lágrimas, nos hicieron comprender que no estaban allí para solicitar más cosas (aunque sean muchas las necesidades que siguen teniendo), sino para contarnos las historias de cómo el temible tifón Yolanda pasó por allí y los dejó sin casa y sin absolutamente nada. Y para agradecer la ayuda que les llegó desde España que les permitió poder volver a dormir y vivir bajo un techo y mirar al futuro con esperanza.

Uno a uno fueron contando historias paralelas. Subyacía en todos la angustia y el vacío tras el devastador paso del tifón. Contaron cómo se escondieron donde pudieron durante las más de ocho horas que duró y cómo vieron, cuando todo pasó y pudieron mirar a su alrededor, que sólo quedaba el suelo. Es cierto que ya antes de que Yolanda se lo llevara todo, ellos no tenían muchas pertenencias pero también es cierto que cuantas menos cosas tiene una persona, más necesarias e imprescindibles son.

Fue uno de los momentos más emotivos. Cada uno se presentaba cuando tocaba su turno y, tras el nombre y la edad, toda una riada de miedos, desesperación, angustia, pero también agradecimiento y esperanza, nuevas ilusiones y nuevos sueños.

Y es en la realización de esos sueños donde nos encontramos ahora, apoyando iniciativas de emprendedores en las que también vosotros podéis colaborar   desde vuestras casas en este enlace http://shareacoffeefor.org/acoffeeforadream/ tomando un café virtual cuyo importe irá destinado a Dyma, a Felipe, a Marie Rose, a Mellie, a Monina, a Rolando,…y a otros muchos que necesitan que confiemos en sus proyectos y les prestemos nuestros granos de arena con los que ellos conseguirán mover montañas.

No me queda mucho tiempo aquí pero mi trabajo y el del comité de Linares y vuestra ayuda, seguirán siendo necesarios para que los sueños se hagan realidad. Un abrazo solidario desde Manila”.

Josefina Nieto Fernández ( delinaresafilipinas.blogspot.com)

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