Una entrevista muy especial a Manuel Lozano Garrido «Lolo»

Lolo sonrie

Linarenses – Manuel Lozano Garrido, Beato

 

Manuel Lozano Garrido es más que conocido en Linares, su pueblo donde vino al mundo en 1920 y dónde se fue del mundo en 1971. Y lo es por su vida, por su forma de ser y, sobre todo, por el ejemplo que dio de cómo es posible sufrir pero, ¡Ay!, saber hacerlo.

Lolo, como es conocido por la ancha Tierra, también es admirado en muchos otros lugares del mundo y su ascensión a los altares (y es que es Beato y lo que habrá de venir todavía…) es, por decirlo así, el justo y merecido premio a una vida de entrega, de fe y de amor.

Nosotros, por esas cosas de lo fantástico y de la necesidad, hemos podido plantearle unas preguntas que él, en la distancia espacial pero en la presencia espiritual actual y cierta, nos ha contestado como mejor sabe: bien y mejor.

¿Quién es Lolo?

Manuel Lozano Garrido: Un amigo. Este a quien usted pregunta es un amigo de todo aquel que quiere acercársele. Y muchas veces se dirigen a mí porque quieren que interceda por ellos porque aquí, en el Cielo, las cosas son mucho más fáciles que en el mundo, donde está usted y los suyos. Entonces… creo que soy un amigo a quien todo aquel que quiera puede acercarse.

¿Por qué quiso usted empezar a escribir?

MLG: Bueno. A mí siempre me picó el gusanillo de la escritura. No llegué a ejercer de maestro por todo lo que usted sabe que me pasó de mi cuerpo y todo eso… pero yo siempre había querido escribir. Y, mire usted, poco a poco me fui metiendo en el mundillo y supe sobrenadar mis dificultades físicas que fueron muchas aunque, como usted sabe, tuve ayuda y más que mucha para eso.

Muchas personas se preguntan cómo pudo usted soportar tanto sufrimiento.

MLG: ¡Ay, hijo! La verdad es que muchas veces sentía como alfilerillos por todo mi cuerpo y si usted se ha pinchado alguna vez, ¡con uno sólo!, ya podrá imaginar lo que eso puede ser si se multiplica por muchos y por muchos se multiplica. De todas formas, es verdad que no lo pasé bien siempre. Bueno, la mayoría de horas del día tenía dolores que, eso sí, se alternaban en producirme daño. Y en eso puedo estar agradecido porque podía soportarlos cada uno de una forma distinta y eso, seguro, facilita mucho las cosas.

¿Tiene algún consejo para quien también pueda estar, ahora, sufriendo alguna enfermedad o padecimiento?

MLG: Primero, que no se desanimen nunca porque la desesperanza es mucho peor que la propia enfermedad porque nos puede hacer creer que lo nuestro no tiene solución y, escuche, a lo mejor es que no tiene solución pero ¡de qué nos vale amargarnos la vida¡ ¿No será mejor amar lo inevitable?

La verdad, le tengo que decir a las personas que lo están pasando mal que siempre es posible obtener fruto de su sufrimiento. Y sí, me dirán que eso bien lo puedo decir yo que estoy en el Cielo pero es que aquí estoy, precisamente, por haberlo obtenido, el fruto digo, cuando la cosecha era difícil o casi imposible. Pero poder… se puede.

¿Influyó mucho en usted la fe?

MLG: ¡Vaya pregunta que me hace usted!

Sin la fe, se lo digo con toda la franqueza de la que soy capaz, no hubiera sido capaz de hacer nada. Ya lo ha dicho nuestro hermano Cristo (al que ahora tengo tan cerca, por cierto) y es más que cierto que sin creer en que fue el Mesías enviado por Dios y en la misión que tenía y cumplió a la perfección y todo lo que eso implica… en fin, como que nada hubiera sido capaz de soportar.

Mi fe, que es la de todo aquel que confíe en Dios, es un sostén grande y una tabla de salvamento (nunca mejor dicho) cuando parece que el barco ha naufragado y sólo nos queda ahogarnos. Y la fe, se lo digo para que lo anote y a nadie se le olvide, nos la pone Dios (ahora lo he confirmado) a cada uno de nosotros con la voluntad, la Suya, de que no la perdamos y, si es posible, incrementos su ser en nosotros.

Bueno, como puede ver, a lo mejor me he extendido algo en esta respuesta pero es que la fe, la fe, lo que es la fe, lo fue todo. Pero ahora, como usted debe saber, aquí en el Cielo sólo nos sirve y vale la caridad, el amor que también se dice, pues al ver a Dios no nos hace falta fe y esperanza, lo que se dice esperanza, ¿a qué más?

¿Querría decirnos unas últimas palabras para sus lectores?

MLG: Me gustaría decir que muchas veces es posible que sientan que no hay nada bajo sus pies y que sus corazones pueden estallar en cualquier momento porque su vida no es como querían que hubiese sido. Y es que, como usted sabrá muy bien, muchas son las circunstancias por las que pasamos en el mundo y si, además, nos coge por un tiempo o para siempre el sufrimiento… en fin… como que la cosa puede no resultar fácil.

De todas formas, me gustaría pedir a sus lectores que lean las respuestas de este humilde hermano suyo como las que puedan llegar a sus corazones y, a mi Linares querido, que siempre lo veo desde aquí arriba, que pido mucho por los que allí pasan su ser en el mundo y que, si por mi es, siempre tendrá la protección, en lo que quepa, de este que ha contestado.

 

A nosotros no nos queda decir nada más que gracias: a Lolo por haber querido contestar estas pocas preguntasy a Dios por hacer suscitado entre sus hijos a alguien que, como el Beato de Linares, ha llevado el nombre de su pueblo, nada más y nada menos, que hasta el mismísimo Cielo.

Eleuterio Fernández Guzmán

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