Las golondrinas: «Los 12 de Lolo»

Fotografía: Fundación Manuel Lozano Garrido

Los 12 de Lolo

Los números, en materia espiritual, tienen una importancia que no podemos olvidar. Por eso, decir, por ejemplo, 40 nos trae recuerdos de los años que pasó el pueblo judío en el desierto; o decir, por ejemplo, 12 nos lo trae sobre las 12 tribus de Israel o los 12 Apóstoles que escogió Jesucristo para recordar, precisamente, ese número y lo que suponía para el pueblo escogido por Dios.

Pero no. Esto no va a ser un apunte matemático ni nada por el estilo sino que todo tiene relación, claro, con nuestro Beato Lolo que, tampoco aquí, dio puntada sin hilo.

El caso es que Manuel Lozano Garrido, de vuelta de su viaje a Lourdes en 1958 (recuerdo del cual guarda la revista “Cruzada” de la juventud de Acción Católica de linares en su número de mayo de aquel año) tuvo a bien, y por inspiración, no dudamos, divina, dar a la luz a una obra espiritual de singular importancia. Su nombre: Sinaí; su objetivo: que enfermos rezaran por los medios de comunicación católicos.

De todas formas, aquí nada vamos a decir, de el momento, de lo que fue, ha sido y es Sinaí sino de otra cosa que, pudiera parecer anecdótica pero que, siendo Lolo como era, de eso no puede tener ni una pizca.



Es cierto y verdad que nosotros, ni estuvimos en la cabeza del linarense universal cuando tuvo semejante idea ni, sobre todo, vamos a ir más allá de lo que nos parece esto. Pero, de todas formas, creemos que podemos dejar aquí plantada esta semilla.

Escoger un número así, 12, para que se formaran grupos de tal número de enfermos, no podía ser casualidad, y de eso estamos seguros.

Todo, aquí, tiene una relación especial. Es que 12 fueron los Apóstoles, como hemos dicho arriba, que se escogió para sí y para la humanidad el Hijo de Dios. Y algo así debió pensar Lolo sin creer, faltaría más, que él pudiera representar el papel de Cristo, faltaría más.

Algo, de todas formas, sí tenía relación con Lolo y Cristo. Y es que aquellos hombres (aquí, en Sinaí, no había distinción de sexos pues los grupos los formaban tanto hombres como mujeres) tuvieron una relación muy estrecha con quien tanto iba a sufrir y, luego, salieron adelante aprovechándose, por así decirlo, de aquel fructífero sufrimiento en la Cruz. Y, en cierto modo, los enfermos que lo estaban pasando mal, sufriendo y, por tanto, completando lo que falta a los padecimientos de Cristo (San Pablo dixit en Col 1, 24-28) lo ofrecían por aquellos que comunicaban al mundo al estilo católico.



Decimos eso, que Lolo escogió aquel número, 12, porque creía firmemente que sus amigos enfermos iban a completar aquel sufrimiento del Maestro. Y si, de paso, oraban por los que decían al mundo lo que en el mundo pasaba… en fin, como se diría en la Sagrada Escritura, era miel sobre hojuelas que es algo tan dulce como el sufrimiento ofrecido por un bien mayor.

Autor: Eleuterio Fernández Guzman

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