La Madrugá y las primeras horas de la mañana del Viernes Santo tuvieron como protagonista al Nazareno. Pero, las primeras horas de la tarde fueron para la Hermandad de la Expiración y Esperanza.
A las tres de la tarde la Parroquia de San Francisco se abría para dejar paso al Santísimo Cristo de la Expiración y a Nuestra Señora de la Esperanza. El cortejo procesional se iniciaba con los sones de la Banda de Cabecera que anunciaba la tristeza de la Expiración.
Uno de los momentos más emotivos del desfile procesional de esta Cofradía fue el momento en el que en la calle El Marqués se congregaron los linarenses para rememorar el momento en el que Jesucristo expiró bajo la triste mirada de su Madre, la tradicional “Ceremonia de la Expiración”. Otro de los momentos a destacar fue la entrada al Templo de la Hermandad.
El paso de misterio, al cual se le ha aligerado peso, fue portado por horquilleros que lo mecieron al son de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario. Por su parte, el paso de la Virgen de la Esperanza, portado también a horquilleros, desfiló acompañado de la Sociedad Filarmónica María Inmaculada.
Poco después, las puertas de la Parroquia de Santa Bárbara se abrían para que los linarenses pudieran disfrutar de la majestuosidad del Descendimiento de Cristo.
El cortejo lo abría su Banda de Cabecera con sus marchas clásicas. Le seguían sus filas de penitentes que anunciaban la llegada del paso de misterio del Descendimiento portado por cincuenta y cuatro costaleros. Después, las mantillas, de riguroso luto, acompañaban a María Santísima de las Penas, que mostraba un rostro de tristeza, recién restaurada por el jiennense Mario Castellano.
El acompañamiento musical estuvo formado por la Banda de Cabecera de la Cofradía, y por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de las Penas de Úbeda.
El Descendimiento procesionó sin problemas por las calles de Linares destacando ciertos puntos como la Plaza de Toros, la Carrera Oficial o la Cuesta de San Pedro.
La noche se avecinaba y la Banda de Cabecera Quinta Angustia iniciaba su pasacalles en la calle Rosario al son de “Camino al Sepulcro”. Recorriendo las calles céntricas de Linares, llegaban a la Plaza de San Francisco, donde los cofrades esperaban la salida del Cristo Yacente y de La Soledad.
El cortejo procesional lo iniciaba, tras la Cruz de Guía, la citada Banda de Cabecera, que ha aumentado en calidad y en número, abriendo el desfile con sus renovados sones y su aire juvenil. A continuación, llegaban los tronos de la Virgen de las Angustias y el de la Santa Vera Cruz, con las escaleras, la lanza y el blanco sudario.
Tras esos pasos, llegaba el renovado paso del Cristo Yacente portado por sus costaleros y acompañado por los tambores de pellejo, al toque de Santo Sepulcro. El mismo, ha sido restaurado bajo la dirección del nuevo Hermano Mayor, Ignacio Quesada, y su renovada Junta de Gobierno.
Cerrando el desfile, aparecía la Virgen de los Dolores en su Soledad, portada por una cuadrilla mixta de horquilleros. La Señora fue acompañada por la Agrupación Musical Maestro Alfredo Martos y por la Coral Virgen de Linarejos que, con sus voces, reafirmaron la solemnidad y el luto del cierre del Viernes Santo.
A medianoche, una vez culminada la estación de penitencia del Santo Entierro, la imagen de La Soledad volvía a procesionar por las calles de Linares, ya en solitario, llorando la muerte de su Hijo. Éste es uno de los momentos más importantes para los cofrades linarenses porque pueden portar a la Señora y sentirla cerca.
Redacción: Almudena Garrido
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