La vida de Linares fluye por el Paseo

PaseoHaga frío o calor el Paseo de Linarejos es uno de los lugares más transitados por los linarenses durante todo el año. Aunque no es el espacio al aire libre más grande que tiene la ciudad, sí que es el que está más céntrico.

Allí se reúnen grupos de amigos de todas las edades y familias que acuden a él para hacer deporte, descansar en uno de los 94 bancos que lo adornan o, simplemente, para pasear por él porque lo llevan haciendo toda la vida. Es de sobra conocido no sólo para los vecinos sino también por los visitantes de la ciudad de las minas pero… ¿conocen su origen? Fue allá por el año 1872 cuando surgió la primera idea de construir un Paseo como tal, y dentro del plan de ensanche de la ciudad. Su construcción tuvo lugar entre los años 1875-1876, bajo la dirección del arquitecto municipal de obras, Francisco de Paula Casado y Gómez. Fue en 1878 cuando se finalizó con la implantación de su arbolado, mientras que en 1881 fue embellecido con seis grandes farolas de fundición fabricadas en Sevilla. El primer enlosado se realiza en 1893, pero sólo por el centro. En 1927, y bajo el régimen de Primo de Rivera, se dota al Paseo de 120 bancos de mosaicos con azulejos vitrificados de estilo árabe, y en el centro el escudo de Linares además de anuncios de la época de establecimientos y fábricas linarenses. Desde hace unos años, son fotos antiguas de la ciudad las que sustituyen a los anuncios. «Algo que ha desaparecido en el Paseo es el templete para la música que había en el medio del Paseo en su inicio, y en el año 1914 hubo otro en la Glorieta de América. Después el Círculo Mercantil e Industrial hizo otro más grande y fue el que más tiempo estuvo. Los niños jugábamos allí y se destruyó en los años 60», comenta Antonio del Arco, amante de la Historia de la ciudad.

Hoy, Juan José Garrido es uno de los abuelos que lleva a sus nietos Cristóbal, Idoia y Justo a jugar al Paseo. «Yo recuerdo que aquí pasábamos las tardes entre amigos jugando al fútbol», dice el ahora barcelonés de adopción. Sobre uno de los bancos de piedra que se pueden ver en el Paseo (en cada lateral hay 40 bancos, más los 14 que se encuentran en la Glorieta de América), descansan Encarnación Urbano, Clementa Rumí y Natividad Martos. «Me acuerdo de cuando antes estaba por aquí la Feria y que todo estaba precioso. Había muchos rosales y era muy bonito», sostiene Clementa. También en el año 1927 se plantaron las características palmeras que se pueden ver a lo largo de los casi 600 metros de longitud que tiene el Paseo. El Paseo de Linarejos cambió de nombre por el de Avenida de Carlos Marx durante el periodo de la II República y hasta el término de la Guerra Civil Española, cuando recuperó su nombre original. Sobre él, también se han proyectado intervenciones en los últimos años. Así, en 2010 se culminaron los trabajos de rehabilitación de este espacio emblemático para los linarenses, una obra que fue dirigida por el arquitecto linarense municipal Manuel de Torres. También se anunció el interés del Ayuntamiento por prolongar su extensión hasta el Santuario de la Virgen de Linarejos, algo que no ha comenzado a efectuarse.

El objetivo era hacer aún más grande este lugar muy transitado de la ciudad para los vecinos y visitantes, pero no se ha realizado nada hasta la fecha al respecto. Jéssica Soto. IDEAL.

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