La anécdota de una médico mientras salía en la Expiración que ha traspasado fronteras

«Me alegro de que la anécdota haya servido para que la gente conozca la Semana Santa de Linares»

Un hilo de Twitter que se hizo viral, cuando María Camacho contaba como había tenido que gritar «¡Soy médico!» en mitad de la procesión de la hermandad de la Expiración, el pasado Viernes Santo en Linares.

Ella realizaba su estación de penitencia tras varios años sin poder salir entre la pandemia y la lluvia, y el calor de la ciudad hizo que un hombre se encontrara mal. Ella vio la situación y se preguntó que hacer, si actuar o seguir con su penitencia, tal y como se indica en las normas.

Pero no lo pensó dos veces y, con la túnica puesta, se acercó a asistir al hombre, pidiendo permiso previamente la fiscal de su tramo. Una anécdota contada con un toque de humor que ha hecho que el hilo se vuelva viral, con más de 16.000 likes.

Camacho explica que «no esperaba esta repercusión», pero si le alegra que esto haya servido para «que la gente de todos sitios conozca Linares». Y es que gracias a su anécdota, muchas personas quieren ahora visitar la ciudad. «Me han escrito desde Colombia y Venezuela diciéndome que están deseando venir a España y visitar Linares, también gente de Valencia me ha preguntado donde tapear en Linares, porque pronto vendrán a Jaén y se pasarán. Me alegro que esto haga que la gente venga y conozca la ciudad», indica.

Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores y la procesión pudo seguir con normalidad. No obstante, es de agradecer que los sanitarios estén disponibles en cualquier momento y en cualquier situación.

HILO DE MARÍA CAMACHO (MIRypoppins)

Como cada Semana Santa, me encuentro en Linares. Para los que no lo conozcáis, es una ciudad (aunque mis amigos lo llamen pueblo) de Jaén, donde se toman las mejores tapas del mundo, huele a olivo todo el año, y a partir del 15 de abril hay 30ºC. Toda mi familia es de aquí.

Desde hace unos 14 años soy hermana de la Cofradía del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Esperanza (en mi opinión la más bonita). Hacen un encuentro entre el Cristo y la Esperanza, los horquilleros suben corriendo a la virgen, y el Cristo se alza con las manos. Salimos mis 3 hermanas y yo, empezamos de pequeñas con mis primos, y ahora conservamos la tradición.

Total, que ayer después de 4 años sin estación de penitencia (2 por la pandemia y otros 2 por lluvia), PUDIMOS SALIR EN PROCESIÓN. El recorrido son unas 8 horas (desde las 3 de la tarde, a las 2 en la iglesia, hasta las 10:30-11 de la noche).

A las 3 de la tarde en Linares ayer empezaba a evaporarse el agua de las fuentes (como buena medio-linarense soy mu esagerá, pero es que debajo del terciopelo hace calor). Llevábamos 1 hora procesionando, pasamos por una calle al sol, y vi a un señor sentado en el suelo).

El señor estaba más blanco que la túnica del Resucitao y a su alrededor había un círculo de personas DE PIE mirándole de reojo y una revista medio doblada que le daba un aire relativo. Todo esto AL SOL EN LINARES.

Empecé a mirar fijamente la situación. Alguien de la procesión les dijo que lo tumbaran que si no no iba a recuperarse. Dijeron que no lo tumbaban. Di que sí.

Entré en LUCHA INTERNA. Porque se supone que procesionando no se debe saber quién eres. Vas haciendo penitencia, y por ello esto no es una fiesta de disfraces y de pronto puedo hacer: SORPRESA. Pero sigo siendo médico, y tengo el deber de intervenir aunque sea “una tontería”, no?

Total que el señor ya estaba poniéndose blanco morado verde y de los colores de todas las procesiones de Linares y dije ya. Me acerqué a la capataz, le expliqué en 3 segundos y le di mi cirio. Me salí de la procesión con un SOY MÉDICO (por fin). La gente flipando

Con la túnica por el suelo la capa volando y el gorro aún puesto dándole a todo ser humano alrededor, dije de tumbarlo y subirle las piernas y empecé a hablar con él. Me miraba en plan “debo estar delirando porque un penitente me está haciendo una anamnesis”.

En cuestión de 3 minutos el señor estaba como nuevo. Justo cuando la procesión se ponía en marcha. Me despedí de él y me dispuse a seguir con otras 6 horas de procesión. Se puso de pie y siguió viendo la procesión. Y aquí no ha pasado ná.

Lo mejor es que el señor se levantó diciendo: qué raro ya estoy bien. COMO QUE QUÉ RARO SEÑOR LE HE DICHO LO QUE HACER.

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