Historias y leyendas de una gran ciudad. Por Paco Mañas

QUE HACES AQUI VIEJO NAVEGANTE

¿Por quién doblan las campanas, viejo navegante de Illinois? Por un maqui soñador de unos sueños luchados, tardíos y vencidos, en una existencia sin rumbo, en el frío monte vivida y en una esperanza que añoras, que como el mercurio pesado, brillante y huidizo se cae de tus manos. Por un torero que encontró la guadaña segadora de éxitos, hombría y valentía, en forma de afilado y seco pitón asesino, en una tórrida tarde, cuando todos emocionados aplaudían. O por un minero sucio, ensangrentado y polvoriento, tras el derrumbe de una oscura galería de granítica piedra y grisáceo y frío plomo, por la intrepidez de su estirpe, para arrancar sin temor los frutos prohibidos a la que nunca duerme.

Sereno y canoso, viejo marinero, encontraste tú gran pez en travesías de mares esmeraldas, inquietos, azarosos, tormentosos, oscuros y salados de lágrimas de siglos, tras gritar en los silencios. Sereno y canoso, cuando nadie te escuchaba, mudo gritaste, «Adiós a la armas».

Sereno y canoso, viejo columnista, de páginas y páginas, por amor a los que sufren. Sereno y canoso que dijiste al torero osado y valiente, entre susurros y palmas lejanas: «Si miedo da la espada y el capote de gloria y sangre, más miedo da el abismo, cuando se baja a él, solo y perdido, para encontrar, en un laberinto al que Teseo no osó descender, piedras de duro arranque que alegren las riquezas de extraños».

Sereno y canoso, viejo transeúnte, ganador del Premio Pulitzer, ganador del Premio Nobel, ¿qué haces en mi tierra? No son tierras levantinas, no son tierras pamplonicas, no son tierras africanas. Son tierras de polvo, de humo mortecino, de gracia y salero, que en tu Fiesta enmarcaste, de lamentos y dinero, y a quien por generaciones venideras mostraste.

Sereno y canoso, ¿quién te dijo donde estábamos?, ¿qué astrolabio intranquilo te llevó en tu barca a tierra de pura roca?, ¿por qué miras al infinito?, ¿por qué sonríes enigmático? Acaso te da miedo, prudente escritor, una seca tarde de espejos con toros ensangrentados o la lucha incansable y milenaria del minero soñador.

Sereno y canoso, viejo maestro, cronista de quién, por maldición del destino, nunca gana y siempre pierde, del «Tener o no Tener», del que sufre y ríe con arrojo, porque su vida, en la miseria, vale la pena vivirla.

Sereno y canoso, en mi patria te hallas. En un crepúsculo tranquilo y nervioso. Te esperan como agua de mayo, con vino, fiambres y sandía; con voces y gritos toreros; con silencios y gestos de miedo, de tradición de siglos mostrada, a aquellos que vienen serenos, con las manos y el alma levantada.

Sereno y canoso, !qué hubiera dado por verte!, !qué hubiera dado por hablarte!, para que me contarás: ¿cómo son las praderas africanas?¿ cómo son las noches de guerra? ¿cómo fueron las armas olvidadas? Como tu viejo arrancó al mar su bestial fruto. Como el mío a la tierra, extrajo el suyo. Cuéntame, sabia y pausadamente, por quién de verdad, doblaron las campanas, para así, decirle a los míos, que no fue por un maqui, aunque, sí; que no fue por un torero, pero lo pudo ser. Que fue, simplemente, y por eso viniste, por «un minero».

– Ernest Hemingway y Antonio Ordoñez en la sala de cuadrillas Plaza de toros de Linares.

– Ernest Hemingway en el burladero de la Plaza de Toros de Linares.

12910060_1114017785329129_1710761276_n 12939351_1114017781995796_227081473_n

 

¿POR QUÉ HOY PASEAS TAN TRISTE NAZARENO?

Silencio, recogimiento, saetas inspiradas en la tristeza de las minas, convertidas en leyenda, palmas sin compás, bullicio. Semana Santa en Linares. Fe para unos, descanso para otros. Tradición heredada, soñada y ganada por nuestros mayores, que con espíritu de continua permanencia, transmitimos a los que, cuando faltemos, tendrán que ganarse su propia dignidad.

Cera, pasos y tronos. Incienso, color y luz. Luna llena, ruido acompasado y música celestial. Trajes nuevos, o se caen pies y manos, piel suave, pelo limpio y perfumado. Bacalao, arroz con leche y pestiños. Anís, agua y coñac. San Francisco, Santa María, Corredera. Los Candiles, tribuna, «madrugá».

Las calles se engalanan, con el verde de sus árboles y el perfume del azahar. Se llenan de aire fresco que enmarca la suavidad, que revive las perdidas esperanzas, que añoran la eterna paz.

Este sencillo principio, siempre pasa año a año en nuestra vida fugaz. Pero, sí, cofrade lector, hubo un triste año, dormido en la noche perdurable, en el que el Nazareno, ¡lloró solo y en silencio!…Amargamente.

Permíteme, ahora que lees tranquilo y sereno, que traiga a tu memoria una triste y bella historia que nuestros abuelos vivieron, allá en los tiempos de luces y sombras, donde la dureza y la valentía remarcaban la pasión.

Cuentan los que cuentan que a mí me contaron, lo duro que fue aquel año, el más duro de la historia de esta villa. Luego, por el curso que marca el destino, tuvimos, y con aciagos pasos traseros, tendremos algunos más.

Setecientos mineros, que arrancan, sin piedad, la tierra. Fundidores de las piedras duras e inalterables, hombres con hambre y sed, están encerrados, noche y día en la fundición que con orgullo la llamaban, La Tortilla. El pueblo está ocupado por batallones militares, aquellos que orgullosos desfilaban a lomos de caballos de las guerras africanas, por nuestro largo y flamante paseo. Estos hoy, con bayonetas, pólvora de muerte y sables afilados se apostan en rincones y senderos.

Se teme lo peor, ¿Linares revolucionario y bolchevique o, solamente, se pide trabajo y pan? Los vientos venideros, sin reproches, lo dirán. Pablo Iglesias y otros hombres honestos y de bien, ricos y pobres, intentan mediar.

El Viernes Santo, en la madrugada, como siempre nuestro Nazareno en la calle está. “Armaos”, en silencio, caras tapadas y miedosas con un lento deambular. Calle Santiago, Plaza de Abastos, mira a La San Juanica. Bendice Dios, trabajador y minero, los campos negros, pobres y olvidados que ocupados están.

Una voz ronca y acompasada, entre el gentío, cuando todos miran al suelo, con la conciencia turbada y asustada, se hace notar:

– «Silencio, silencio, silencio». – «El Dios de los mineros ya va a pasar, viene descalzo, con nuestra cruz en sus sangrienta espalda y los pies encadenados». – «Dejadlo, dejadlo caminar». – «Está entre mineros, está entre nosotros. El también muere por pedir justicia, trabajo y pan.»

Silencio, recogimiento, saetas inspiradas en la tristeza de las minas, convertidas en leyenda, palmas sin compás, bullicio, ¡al cielo con Ella, corazón! Semana Santa en Linares. Fe para unos, descanso para otros. Tradición heredada, soñada y ganada por nuestros mayores, que, con espíritu de continua permanencia, transmitimos a los que, cuando faltemos, tendrán que ganarse su propia dignidad.

– El Nazareno en una época de fuertes convulsiones sociales a comienzos del siglo XX.

1422695_1095731480491093_837351588_n 11998781_1095731473824427_1358132072_n 12026615_1095731477157760_999973528_n

MAMÁ, LOS TIEMPOS SE ADELANTAN…¡QUÉ ES UNA BARBARIDAD!

Se cuenta que las máquinas evolucionan y se reproducen a velocidad prodigiosa. Si no les declaramos la guerra a muerte será demasiado tarde para resistirse a su dominio. No sé si lleva o no razón, pero gracias a estos infernales inventos, pudimos ver una realidad que muy pocos disfrutaban.

Salvo la Sevilla portuaria, embrujada, pícara y engreída de sus tradiciones comerciales milenarias; la Cádiz carnavalera, risueña, vividora, libertadora, vinícola y manufacturera, conquistadora de sueños lejanos y la Málaga fundidora, licorera, señorial y embelesada con su azul y rico mar. El resto de Andalucía vive en la más grande de las ignominias, fruto de la subyugación y la ignorancia de un triste y maltratado pueblo, sometido por un poder caciquil, que poco amó su tierra, que poco contribuyó para que sus gentes crecieran.

Yunta, mula, serón. Sudor, era, agua fresca por ilusión. Sol a sol, ángelus, campanas y torres vigías. Pena, tristeza, desesperanza. Una vida sin horizontes, la muerte como ilusión.

El Linarismo, o la forma de ser, de estar, de vivir, o de entender el mundo, con sus muchas luces, con sus grandes sombras, «mamado» y, a la vez, venido de lejos, fue una excepción. Abierto al día y cerrado a la noche; luchador por lo que es suyo y con aire fresco, entregado y creativo por lo que le es ajeno; tolerante y pendenciero; rico, pobre y sufridor, pronto se sumó al desarrollo y a los aires europeos.

Fruto de esta peculiar forma de ser fue el «Locomóvil», primer automóvil, o algo parecido, de los que se tiene conocimiento en España. Enorme máquina de vapor, ese vapor que cambió el rumbo de nuestra historia, semejante a las locomotoras, pero adaptada a todo tipo de terrenos.

Infernal monstruo andante, cual Babieca guerrero, con sus bombas succionadoras y expulsoras, de ese líquido elemento que tanto bien y mal mostró en nuestra historia. Importada, cómo no, desde Inglaterra, modificada, cómo sí, en Barcelona, y, cómo qué, construida en esta tierra, ávida de ideas y modernidad, a imagen y semejanza de las británicas.

La idea de estos, llamémosle artefactos, era la que fueran como trenes, pero sin la necesidad de las vías que limitaran sus recorridos. Se utilizó para los acarreamientos mineros, el bombeo de los «sacagéneros» y en la resolución de atranques en unas paupérrimas canalizaciones ciudadanas, que más que alcantarillado, eran pozos ciegos, recubiertos de arena en los espacios comunales.

También se utilizó para urgencias en el mundo minero y en una creciente ciudad, donde las almas se hacinaban en pequeñas habitaciones, ante incendios como claro antecedente de los modernos camiones de bomberos. Lejos de aquellas cubas sin presión, arrastradas en frágiles carros por animales o del paso solidario y en cadena, de cubos repletos de agua, donde los vecinos o los mineros se esforzaban ante la desaparición, por la acción del fuego, de lo poco o mucho que era un bien común.

Sí, querido y ahora sofocado lector, un bien común, porque en la pobreza, lo poco o lo mucho que de verdad tiene valor, se convierte en algo que hacemos nuestro.

Imágen:

Locomóvil en la primigenia Estación de Linarejos 1883.

12714288_1076415775755997_1033632465_n

MINA Y VINO; VINO Y VIDA

«Dedicado a la memoria de dos maestros: Pepe Ruano y Maria José Blanco, cuyas obras y vidas permanecen en sus aprendices… y a la de tantos y tantos taberneros.»

Ocho mil años llevas entre nosotros, néctar de dioses, alma de vida, alma de olvido. Roma te trajo, buscando el plomo, el cobre y la plata. Pero atónita quedaba, cuando las colinas de arcilla ambarina mostraban cepas que destilaban leche oscura, leche clara que a esclavos, plebeyos y patricios despertaban. Despertaban para la larga jornada, una de trabajo y sufrimiento, otra de pasiones, lujos, y locura, al mezclar ralladuras plúmbeas con el vino àra endulzar lo que el camino aguaba.

Baudelaire dijo: «Para no sentir el horrible peso del tiempo sobre sus espaldas, hay que embriagarse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, a vuestra elección. Pero embriáguese».

Todos lo bebieron: unos aguados, otros con pan duro, pocos fino y exquisito. De La Mancha, con ansias de mercado, que en Linares vio su fruto, vino el vino para pobres; de Jerez, a través de tus orgullosas estaciones, vino el vino para ricos. Ricos y ricos extranjeros que estrujasteis y pisasteis nuestras cepas milenarias. Las migajas de esas tapas, que con el áureo caldo os comisteis, alimentaron, casi dignamente, a aquellos que esperaban el aguado vino quijotesco.

Carros, carruajes, caminos, barro, tierra, polvo, mulos y caballos trajeron y trajeron cubas, pellejos y odres a los «colmados» o almacenes. Trenes negros, humos grises, tras fielatos o consumos de riqueza, trajeron y trajeron cubas nobles para casinos, círculos y consulados. Tabernas con levita para Jefes que, en casinos con cristales de Bohemia, embriagaban los sueños de sus tierras ya lejanas. Tabernas, con madera enmohecida, apagaban ya las penas acumuladas.

Con el siglo que despierta «Los Pinetes» morapios diste con nombres afamados en toda tierra: Mostachuelos, Morenitos, Calatayud, Hervás, enfriaban, aclaraban y endulzaban las negras gargantas por el polvo mortecino de sus entrañas. Las Campanas, sin repique, El Tani y Bodegas Crespo, que dulzura escondida. El Blanco Plomo, Casa Joseli y El Colmado para duros hombres encorvados. La Mezquita, La Oficina y Nogueras de duros sueños olvidados. El Frito, Casa Lele y El Ascensor con cacharros y cuartillos ensimismados. Los Litris, La Chocolata y Los Candiles, con Julián, el manchego, con orgullo, con mistelas y frío en el alma se espera, con bravura y emociones escondidas, al que muere los Viernes Santos, en las albas trasnochadas.

Como dicen los que entienden en este tema, desde siempre, con el vino, la tapa acompañaba los sentidos. Sí, desde que aquel rey imperial, donde su yugo y sus flechas, dieron origen a tantas y tantas controversias, parado en taberna medieval, rodeado de moscas infernales del estío gaditano, pidió que tapasen su buen vino con una tapa de rico jamón de esa tierra agradecida. Desde entonces, no hubo taberna que se preciara que no cubriese el jarro de viandas del terruño que agradase el paladar.

Veinte céntimos, vino y pajarillo, qué sabroso en La Tropical; papas cocidas, papas fritas, papas bravas, te las sirven en Antaño, El Ascensor, La Concha y El Madrileño. Gambas y más gambas, Semana Santa en Linares, los Tararas siempre están. Caracoles, viene el verano, Sola, El Chaparro y El Rabanito, tacitas y tazas humeantes y picantes, para ese preciado succionar.

De caracol fue tu escalera Tomás, para llegar al Amazonas, donde jugué y jugué con tus retoños, esperando en los descuidos, tomar gambas recubiertas en brillantes gabardinas y calamares, en escritura, de tu sabio «boli». – ¡Ay, que me pica la boca ¡ Antonio, Paco y Julián, con ese «agilimogili» de tu madre y hermanas, que nos hacen penar. ¡Qué me dices de ese Tani¡ Qué locos al hacernos pensar, cuando cambiabas el nombre, día a día, a las tapas para jugar a adivinar.

Ventorrillos a las afueras, cortijillos pobres y encalados, levantaban el aliento en un triste caminar. La Casilla del Tío Redondo en el Paseo de Baeza; La Venta de la Alegría tras la Virgen; Las Perdices en su cuesta; Casa Jara hacia Baños: La Casilla de Amalia en el caminito del cortijo del silencio. Y, cómo no, Casa Moreno, en la Estación, donde el vino es más barato, no tiene que pagar fielato. Treinta céntimos de los de antes, plato de aceitunas y dos litrillos de vino peleón.

En el tajo, en pleno tajo, oscuras, de tierra, desconchadas, sin ventanas, malolientes de lágrimas, polvo y sudor. En las tabernas «aguaduchos» mitigaban con cuartillos y recortes de sobrantes las penitas acumuladas del trabajo sin razón. Saturnina, Encarnita Suspiritos, Diego Mañas, esperanzas disteis a ese triste corazón.

Por favor, de vino, de amor, de poesía o de virtud, da igual. Pero embriagaos.

– Imágenes: La Concha, El Amazonas y Los Candiles

12650281_1065753343488907_1352379194_n

12648054_1065753340155574_1879940879_n

12596238_1065753336822241_1628892901_n

DÍAS DE LLUVIA, ZAPATOS GORILA ENTRE LOS CHARCOS.

1º Premio en el Concurso Integeneracional “Vivencias del pasado”. Diputación Provincial de Jáen y Ayuntamiento de Linares.

Una tarde plomiza, como el color de las entrañas de mi tierra, cansado y preocupado, no sabiendo de qué, porque la suerte de la vida me ha sonreído, mientras otros sufren la perdida de su destino en tiempos de hastío y mediocridad, oliendo a húmeda tierra empapada, percibida a través de la ventana y a libros viejos, que tranquilamente ordenaba, llenándome de ese aroma característico de vainilla tostada y harina mojada, hallé, por azar, un vetusto manual de mi infancia, de mi infancia mas temprana.

La portada era sugerente. Un niño bien vestido, rubio, atlético y limpio estudiaba tranquilo en un prado, mientras la tarde atardecía. Enciclopedia Álvarez decía.

Así fue mi infancia ¡No, claro que no! Aunque no pasé calamidades por el esfuerzo y el sudor de los míos, que con arrojo y valentía arrancaban los bienes pétreos, grises y plateados a nuestra tierra agradecida. Rica, pobre, altanera y sufrida, que formó mi conciencia y la vuestra y que nos hizo ser humildes y serenos. Pensé entonces cómo fue en realidad mi niñez. Mi fugaz y lenta etapa pueril fue de picón, de poca luz en las calles, de tiendas con papel de estraza, de días largos y soleados, de noches cortas y brumosas, de silenciosas huellas de una guerra entre hermanos, que tras llantos sigilosos, ya pasó.

De escuela con sillares, que aún perduran, de piedras coloradas, de niños y niñas separados, con ventanas verdes enmohecidas, de techos altos de amarillento blanqueado, de atezadas pizarras rayadas; pálidas tizas, insípidas y cuadradas.

De frío en el cuerpo de un niño que no entiende; de dañadas y añosas maderas en un suelo atrasado.

De seca lluvia, que con gotas gelatinosas limpian los sucios y translucidos cristales ambarinos. De tardes de “cocido” y mortadela en la garganta. Hastío, de abrumada cabeza, con los números de tablas y cuentas interminables.

De zapatos Gorila, duros y eternos, cuya marca nos daba una fuerza, para sentirnos exploradores de tierras desconocidas, que no sabíamos soñar.

De calcetines irrompibles, cosidos y recosidos por nuestras madres sin rechistar; de pantalones cortos heredados y heredados, de saquito, con coderas, heredado y heredado. De cantos de pan, azúcar blanco y aceite.

De huchas con chinitos, bolsas con fideos y arroz. ¡Arroz! ¿Para quién no tiene? Siéntate de nuevo y obedece, Perdón, Don José, la mosca no me deja. – ¿Dos por dos?, ¿El Cantábrico y sus ríos?, ¡presente!, por Dios y por España. Hombre de provecho. De eras de tierra minera; de fútbol con ovalados balones desinflados; de barro prendido en la ropa, en espera que seque o me pegan.

De lima, hurtada y devuelta a mi padre en descuidos conocidos; de trompas, pintadas con colorido lápiz desgastado, liadas con cordones de sedas purpurinas. De bolas de hierro, de olvidados rodamientos, que en triángulos iniciáticos colocábamos, para sacarlas con hábil tiro, con los dedos, rompiendo la simetría de las formas.

De patín de maderas inservibles, que con ruedas de ferroso hierro hacen ruidos infernales. De ambulatorio, verde, blanco, grande y armonioso, que huele a alcohol desde su enorme ascensor. Marrones sillas correderas, de madera rallada, con llaves o punzones, donde, encriptadas entre sus esquinas, se sellan los nombres secretos de furtivos amores. Consulta, con albina puerta chirriante, pomo dorado y oxidado. Se abre, me miran, fría enfermera con cofia descuidada, médico amable, de ojos cansados. Me asusto. Cojo la mano de mi madre: – Súbale la camiseta, señora. ¡Deprisa! Botón negro, plateado y frío; heladas manos callosas. – Marcha bien, no se preocupe, el sudor de las eras. Es machote. Palo áspero, garganta abierta, como pez que busca aire, arcada y una lágrima pegada. – Nada, como siempre anginas. Cuatro inyecciones y supositorios. Sobre todo inyecciones, todo lo curan.

De chocolate espeso y terroso en vaso corto y arcilloso; en domingos con mantel blanco inmaculado que con mimo es cuidado, bajo unos tallos o churros aceitosos que con juncos verdes de ribera son atados.

De la mano con mi madre, por las calles, mientras que mi padre trabaja en lo hondo.

De patio fresco con la parra, de agua fresquita de mi pozo.

De amigos, en guerras y lealtades; de pandillas correosas y altaneras; luchadores de dominios en esquinas fronterizas, con piedras, tirachinas y peleas. Pero nunca con daño vejatorio. Se sabía acabar, marcando la hegemonía de lo conquistado, donde ya se prohíbe al vencido traspasar.

De pueriles amores candorosos y callados; de robados besos en las oscuras esquinas; de caricias y roces olvidados, en espacios, en rincones sin luces y no transitados pero vivos como azahar.

De miedosas rabonas, de deberes nunca acabados y hábilmente explicados; de promesas cumplidas o incumplidas, de valores alcanzados u olvidados.

De Celtas con toses y Bonanzas robados a hurtadillas; del primer vino y tapa de bravas en el bar, entre amigos que creen que ya son hombres, cuando torpemente empiezan a caminar. En fin, de tantas y tantas cosas, que marcaron una época, que no es de prado y sol poniente, sino de lucha y espera paciente. Una época que ya, como aguas de río, nunca volverá. Duros tiempos para vivirlos, para llegar a un fin de mes. Pero, no me olvido, ni te olvides, que esta infancia, juventud y escuela, nos hizo ser lo que somos: hombres y mujeres libres, honestas y firmes, preparados para capear, con orgullo, tesón y modestia los tiempos duros que nos vienen. Para reírnos, cuando podamos, con sonrisa franca y sincera; para llorar, cuando nadie nos vea, con dulces y espesas lágrimas.

Imagén:

– Un día cualquiera, de una infancia en los años sesenta, en un colegio que siempre será eterno.

12540210_1060992057298369_117459534_n

UNA DULCE HISTORIA DE UN PIELAGO ETERNO: AL RICO CHOCOLATE

Cobrizas y cantarinas aguas, chocolate. Derruido puente, perdurable en toda una existencia, chocolate. Abrupta falla de roca, chocolate. Juncal y tomillo en tus orillas, chocolate. Largos e ilusionantes domingos, chocolate. Tórridos e interminables veranos, chocolate.

Días de campo entre familia, chocolate. Baños, gritos y risas, con ruedas grandes, negras y tractoriles, con las espaldas y brazos dañados por sus válvulas, pero con sus marcas olvidadas, por la alegría que produce el juego en tus aguas, chocolate; Amores, caricias, sueños, tristezas y decepciones, chocolate. Tu casa grande, blanca, hermosa, sustituta del hambre; tu escondido molino acuoso, ruidoso y ferroso, chocolate.

Escipión y sus tropas de escudos, de lanzas y de sandalias atadas no pasaron por tu vado, cuando con pasos firmes y orgullosos conquistaron la cuna de Himilce. Pasaron por Giribaile, allí sobre las aguas poco profundas, donde pastaba el blanco caballo del señor que la defendía, el que murió de hambre y sin agua, cuando el hoyo tapó su agonía, chocolate. Caminos Heraclianos, sueños de dominios, riquezas en ristre, tras las sombras. Moros y cristianos, reyes y reyezuelos, pasos marciales con tambores parcheados, yuntas sufridas y embarradas, carruajes elegantes y dorados.

Penas, tristezas y alegrías, pasaron tu puente, sobre tus aguas juguetonas y opaladas, que parecen, chocolate. Minas, sudores, arranques, voces, silencios, hambre y comida. Tú encalada, plantada y bulliciosa, estás allí. Aquí, en los albores de un siglo, de grandeza y valentía, de empresas y trabajo, con tu nombre, orgulloso y cantarín: «El Piélago». Molino interminable de aguas correosas; molino incesante de polvo extranjero; molino que diste el néctar de los dioses, en mañanas gélidas o en tardes de descanso, chocolate.

Casa grande y laboriosa que viviste para que todos los habitantes pudiesen subsistir, chocolate. Ahora, ¿qué me cuentas?, ¿no tienes tazas que ofrecer?, ¿no tienes humo que alimente? Decrépita y postergada; ruinosa y engañada, con palabrería y mentiras, con los que juegan y te utilizan. Te olvidan y te olvidan, te llaman y te llaman. Aunque ahora, muerta, nunca serás olvidada y siempre añorada, chocolate. Paseos agradables, ternura en el verde suelo de tus sombras, frescura en tus escurridizas entrañas, canciones cantadas y concluidas. Baños y más baños. Huelo tu olor penetrante; oigo tu ruido crujiente; veo tu estampa presente; toco tu origen de estirpe. Paladeo y saboreo, despacio, contigo, y con mis labios, chocolate.

Imágenes:

– El Piélago y la Fábrica de harina y chocolate. Principios del siglo XX

600689_1052778668119708_2979202926194509612_n 10422315_1052778888119686_8535199215264125902_n

MIRAN AL CIELO DE UNA FORMA ENIGMÁTICA

Solo el necio está convencido de conocer, saber y ver todo, expresándolo airadamente en distintas direcciones; el sabio, en cambio, observa, calla y percibe los pequeños detalles, asimilándonos y mostrándolos de una manera humilde y sencilla a aquellos que quieran escucharlo.

Si paseamos tranquilamente por nuestro paseo, con ojos, mente y corazón abiertos para escuchar viejos relatos, contados en silencio y con voces entrecortadas, por aquellos que escriben sobre lo que pudo ser nuestra historia cercana. No tratando de imponer normas para el ejemplar cumplimiento de lo que, según dicen, es lo correcto. Entonces, tal vez, te guste lo que te voy a contar.

Cuentan los que cuentan que a mí me contaron una extraña y enigmática historia que, para unos fue un credo; para otros, una bonita leyenda, y para aquellos, una absurda falacia que jamás existió.

Cuatro obeliscos existieron. Tetragrama iniciático de los eternos elementos, no en honor de ilustres personajes no para ensalzar batallas y guerras. Simplemente para, de una disimulada, realzar el nombre del Creador

Un arquitecto anónimo y sencillo, de pensamiento libre y creativo, con apellido de clásico escritor y de buen árbol, cuya sombra aún perdura, nos dejó para la inmortalidad efímera su creación. Allá por la segunda década de un siglo glorioso, con el pretexto de adecentar la glorieta de nuestro hermoso paseo y como el límite de una emprendedora ciudad, se instalaron firmes y rectos para mirar al cielo.

Su posición no fue al azar, rectificando el eje central del paseo, se orientaron para hacerlos coincidir con los ejes eternos de la Tierra: Este, naciente de un pueblo orgulloso y trabajador; Norte, minero; Sur, ciudadano y bullicioso y Oeste, sereno y agradecido. Sobre sus siete elementos constructivos, cada uno guarda esta pulcra ordenación, anhelando el tránsito del plomo, nuestro rico plomo, amamantado en el vientre de la madre, al oro puro, en una transmutación universal que nos hiciera ricos, no en bienes materiales, sino en hombres y mujeres honestos, libres y fraternales.

Un cantero, de forma valiente y arriesgada, en cada arranque de los hitos, anclados a la tierra, que miran orgullos al firmamento, escribió: «S» como florida primavera, en el naciente; «J» como invierno seco y frío, en el boreal; «B» como desnudo y nacarado otoño, en el meridional y «S», como tranquilo y acalorado verano, de nuevo, en el poniente. ¿Cuál es el significado de estas letras enigmáticas? Claro está. En el inicio y final de la estructura, Shem Shemaforash o verdadero nombre de Dios. En los ejes centrales Jah y Boaz, nombre de las columnas del templo salomónico construido para alabar la verdadera existencia del Armónico Creador.

Este bello cuento o extraña y enigmática historia, que para unos fue un credo; para otros una bonita leyenda; y para aquellos una absurda falacia que jamás existió, tal vez fue disfrutado por nuestros antepasados. Porque hoy día, si bien existe una buena réplica de ellos, la sabiduría que éstos guardaban e iluminaban bajo sus dos diminutos y hermosos faroles, cual caballo montado por una pareja de jinetes, en armónico entendimiento, como tantas otras cosas, el tiempo, nuestro tiempo, se las llevó.

Fuentes fotográficas

– Hitos en 1932

– Proyecto inicial del arquitecto municipal López de Alce. 1911

– Hitos en los años cincuenta.

– Hitos en la actualidad.

12311209_1037421739655401_2894384680729344172_n 12310638_1037421826322059_5184278292404101625_n

Se acerca Santa Bárbara, festividad de los mineros. Que mejor homenaje a la historia de nuestra minería que dedicar un homenaje a ese pozo que está clavado en nuestras vidas.

SAN VICENTE: UN POZO DE LEYENDA

Nadie pensaría que aquella mañana de marzo de 1825, año en el que se inicia una de tantas tremendas guerras fratricidas entre las dos Españas, por la sucesión monárquica, donde el protagonismo de nuestros dinamiteros se hará leyenda en defensa de las ideas liberales, Cuando cuatro mineros linarenses, tras una noche de miedos y aguardientes decidieron abrir el pozo más emblemático y bello de la minería linarense.

A ese pozo lo denominaron, no sin sorpresa del maduro funcionario del registro, que se reía tras unos dientes picados y una mirada absorta: – El Chifle. ¿Chifle?!Suena a chiste, a mofa, a broma!

Qué ironía de mofa y broma cuando en el mismo mes, con 142 años de diferencia, se oyó una voz en nuestra modernista plaza del mercado, de alguien que iba gritando: – «Se han matado, se han matado».- La gente se interroga, se asusta y pregunta – ¿Qué ha pasado, qué ha pasado?

Un pueblo que espera la salida de su Prendimiento, queda atónito y desamparado. Se ha roto la maroma del caldero e iban seis mineros, ¿dónde? En San Miguel, en San Vicente, en el Chifle. Todos designan lo mismo. Han muerto seis mineros. Linares sufre, sus hermosas y vivas calles, de tránsito alegre y comercial, se paralizan. Desde 1849 no ocurría nada igual, cuando en la Mina del Romero, diecisiete seres, empeñados en seguir viviendo, mueren ahogados en las venas de la gran madre. Pero esto ya no se recuerda.

Camino de San Miguel la gente se arremolina. La procesión se ha suspendido. Los compañeros permanecen en la boca del pozo. Desde Jaén viene el Sr. Higueras, es el jefe de todas las minas. Van a bajar a por ellos. Pasan los días y los compañeros permanecen juntos, vienen más jefes, vienen en grandes coches. El Nazareno ha salido, pero la gente, con la fe en el Dios de los mineros, en silencio y sin saetas, reza por la calle Santiago. Bendice los eriazos Jesús Nazareno y acuérdate de tus hijos mineros. Todo fue inútil, un brazo, juna pierna encontramos de ellos.

Pero hasta este triste día del 21 de marzo de 1967, donde todo acabó, ocurrieron otras muchas historias.

Poco a poco fue creciendo, y aquella noche de dudas y miedos de esos cuatro humildes emprendedores, se convirtió en 60 puestos de trabajo, hasta que, con el nombre del arcángel Miguel, jefe de las tropas celestiales, en 1880, 400 almas de cansados hombres y tristes niños gritan silenciosamente, mientras que arrancan 480 toneladas de duros y ricos frutos del vientre de la Señora Gea.

San Vicente, torturado y mártir, no te podías llamar de otra forma, cuando en 1925 fuiste adquirido por la concesión San José. Pero tú bajaste a los infiernos para darnos gloria, gracias a la Dirección General de Minas al profundizar hasta los 1008 metros, siendo el pozo más hondo entre tus hermanos y, con orgullo y osadía, uno de los de mayores abismos del sufrimiento minero europeo.

Imágenes:

– San Vicente en los años cincuenta del pasado siglo.

– Distintas instantáneas de su dilatada historia.

12274526_1031753916888850_3499194305108085224_n 12289641_1031754283555480_8253845073347432641_n

Y LINARES TUVO SU PRIMER MAPA MINERO

Un mapa, la representación sistemática y ordenada de una realidad palpable que se nos queda grande. un mapa, la necesidad de tránsito de un lugar a otro para no perder un rumbo. un mapa, una guía armónica para la búsqueda de un tesoro. un mapa, cuadrantes definidos para crear riquezas, para ocupar tierras, para generar guerras, para limitar la paz, para ganar pueblos, para perder vidas. Un mapa, el camino de dichas y desdichas que nos orienta en un recorrido definido, con sus días y sus noches, lleno de curvas, rectas, elevaciones, simas y llanos para llegar silenciosamente a la muerte.

Julián, tú, sin saberlo ya has pasado a la historia.. Tú, maestro carpintero; tú, que con tu lápiz asido a la oreja, con tu navajilla afilada para que el grafito, ya gastado, corriera y creara en un papel amarillento caminos de sombras, que sujetaran los nervios en el vientre de la que duerme, para crear riqueza de los que están despiertos.

Sin saberlo, o sabiéndolo, delimitaste tierras para crear opulencia y sinsabores. Sí, y lo hiciste a mano, con tu propia ayuda, sin vuelos ni astrolabios, como aquellos babilonios que, cuando la tierra era oscura, dieron luz con sus mapas tallados, en tablillas de arcilla. O como aquel que representó al mundo por primera vez, unido éste, a la filosofía y a la vida,y conocido entre sus griegos como Anaximandro. Sin saberlo, o sabiéndolo, fuiste Tolomeo en mi tierra.

Creaste el primer mapa minero, al igual que aquel que creó el primer mapa del mundo. Pero ambos fuisteis pobres, pero ambos fuisteis ricos, porque vislumbrasteis y ordenasteis donde otros se perdieron.

A ti te debemos los nombres clavados en nuestra historia, en nuestro arte, en nuestras vidas, en nuestras muertes: El Romero, El Chifle, San Pablo, San Roque, El Tesoro, San Antón, La Providencia, La Columna, El Perdón. Gracias a tu madre, más que Morillo, fuiste Murillo, porque dibujaste y pintaste, con una simple regla de madera y un basto cartabón, el gran camino que nos llevó a la gloria.

– Imágen: Primer mapa conocido del distrito minero de Linares, realizado por el maestro carpintero Julián de Martos Morillo en 1859/1877.

12285712_1027937733937135_51678083_n

NUNCA JAMAS FUE FUNDIDO ALGO IGUAL

Cuando nos acercamos a nuestra reciente historia debemos de intentar se asépticos en nuestros ensayos, más si cabe cuando escribimos o hablamos de nuestros orígenes. Abrazar el pasado no significa anclase a él. Más bien debe ser el acicate que nos haga comprender las claves de un futuro incierto. Y esta historia nos debe de hacer reflexionar sobre nuestra grandeza.

Ustedes, habrán percibido que Linares, desde que las imágenes fotográficas adquieren un papel relevante, ha sido unas de las ciudades más fotografiadas, en relación a la proporcionalidad de su importancia, sin tener ninguna edificación o paraje de notable interés.

No hemos preguntado: – ¿cuál es la causa sin tener pirámides, coliseo, metálica torre o un colorado cañón?

De nuevo su riqueza mineral, la oscuridad de sus galerías, su brillante hacer alquimista, dio luz de una manera distinta para percibir el mundo, gracias a la brillantez de nuestra plata. El mayor lingote argentífero jamás antes fundido, pesó 12250 onzas, 441 Kilogramos. Se extrajo, confeccionó y realizado para un uso exclusivo…

Descubrámoslo: La empresa Kodak, de origen americano, crea la primera factoría fuera de las colonias emancipadas, en Inglaterra, concretamente en Harrow. Empezando a fabricar películas y papel fotográfico. La Harrow Works, la mayor planta de fabricación de La Compañía fuera de los Estados Unidos.

Y ahora se preguntarán… ¿qué tiene que ver Linares con la proyección mundial de la fotografía?

Pues tiene que ver y mucho. Con la nueva sociedad Établissements Sopwith heredera del que fue vicecónsul británico en Linares Sir Thomas Sopwhit, propietario de la mayor fundición europea de plomo y plata denominada “La Tortilla” firma un contrato para abastecer de esa piedra denominada “infernal”, el Nitrato de plata AgNO3, con la compañía Harrow Works.

De nuevo esta pequeña ciudad, ahora tan denostada, era admirada por su riqueza, por el valor de su gente, por la calidad de su trabajo, en todo el orbe conocida.

– IMÁGENES:

– Fundición de plomo y plata “La Tortilla” Linares, España y Kodak Harrow Works. Inglaterra

– Vertido de la liquida plata en el molde del lingote.

– Pesado del lingote de plata.

– Vertido en el escoriar, como limpieza de una patena, de la vagoneta de los resto de la fundición de tal argentífero lingote. 1907.

12248882_1024976894233219_834441553_n12242163_1024976890899886_1151401817_n 12242319_1024976887566553_1649019472_n 12248707_1024976897566552_1959189632_n

CAMINOS DE HIERRO. LINARES SE ABRE AL MUNDO.

EL TRAZADO DE LEVANTE: LINARES-ALMERÍA

Sopwhit, Neville; Neville, Sopwhit. Dos familias, dos potencias que explotan… exprimen la riqueza de la entrañas de mi tierra. Una inglesa, otra francesa.

Hace ya un siglo que estos lares se convierten en el mayor productor de galena plomífera y argentífera del mundo. Marcando la transcendencia de las Minas de nuestra ciudad y su proyección internacional.

Si la producción mundial en el último lustro del siglo XIX fue de 890.410 toneladas, nuestro distrito, por si mismo, aportó 113.791 toneladas. Curiosamente la producción total de estas potencias fueron: Estados Unidos 165.739 toneladas, Alemania 136.363 toneladas, Inglaterra 129.680 toneladas, Italia 57.564 toneladas y Rusia 41.625 toneladas.

Claro está, las galeras y carruajes son lentos y debe fluir el metal. ¿Cómo? Es simple. Acerquémonos con retorcidas serpientes de humo, madera y hierro al espumoso y anhelado mar. Un año queda para terminar ese siglo de carlistas y liberales, de Gloriosas y Restauraciones cuando un señor de encarnada barretina catalana y de nombre Ivo Bosch, con la ayuda de ingenieros franceses apodados Fives-Lille inauguran la Estación de San José que mira de soslayo y a cuatro cientos kilómetros al llamado, pese a su origen francés, como doble ironía quijotesca y manchega: el Cable Inglés.

Años de trasiego, de personas y riquezas de la morena sierra, que con los pozos mineros de Granada y Almería supiste empalmar. Hasta te atreviste a electrificar algunos tramos porque la combustible madera, de tu negra locomotora, no tenía fuerza para transportar en esas pendientes, de los pasos de la Contraviesa, el rico mineral.

Puentes y más puentes… barrancos y torrenteras. Hasta un emplumado indio o un azulado americano, cuando aun eran muy niños te vieron afanado. Linares… ¡qué lejos queda! El balastro, el alcohol de plomo, las balas y balines de muerte, las tuberías o las pesadas planchas, los lingotes de vigilada plata llegan desde graníticas y olivareras tierras a tu coralina bahía.

Un cable muy singular, modernista, mecano de hierros y remaches, es observado y envidiado por tu Alcazaba. Evocando la naciente luna moruna el progreso de unas gentes que padecen para que ayer, franceses, mirasen tu dorada ensenada en la paz con la que vive, el que no conoce la madrugada.

EL TRAZADO DE PONIENTE: LINARES-PUENTE GENIL- MÁLAGA

¿Quién le iba a decir a aquella villa, vivero de plomo para monumentos y munición de orgullosos y viejos emperadores qué se iba a convertir, en la fugacidad de tres décadas de oscuridad en iluminadas y graníticas galerías, en una de las ciudades más importante del orbe conocido?

Con que orgullo en una mañana fría de un domingo, en unas tierras cálidas, de enero de 1893, el Ingeniero Jefe de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, envía la siguiente misiva a los gobernadores de Córdoba y Jaén:

– “Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E., que en el día de ayer, quedó abierta para su explotación, la totalidad del camino de hierro de Puente Genil a Linares».

Quien iba a decir que tres lustros antes, consecuencia de una frustración y de un interés, se llevaría a cabo en la vieja y siempre presente Cabra una conversación que tendría tanto y tanto interés.

Tarde era, la campiña verdeaba, el crepúsculo fresco, ambarino, carmesí y diáfano. Dos negros carruajes de brillante ébano se encuentran, no en una venta polvorienta de caminos transitados, sino en una elegante casa de postas para caballeros trasnochados. En una, con asientos de vacuno cuero, se haya don Jorge Loring y Oyarzábal, advenedizo marqués de una Andalucía olvidada. Ingeniero malagueño de origen americano. En otra, de cuero de búfalo, de esas tierras emancipadas, un Lord, con acento linarenses. Sir Thomas Sopwith le llamaban. Junto a quinqués de fina quincalla, en mantel de lino blanco, con exquisito queso y jamón de Los Pedroches y amontillado vino de Lopera, ambos personajes que cambiarían la historia, tranquilamente, con emociones y secretos contenidos, charlaban:

– Sir Thomas, ¿cómo le va en estas tierras que no son frías como la británica Cornualles? – No me va mal señor Marqués, pero mi joven esposa no aguanta los calores. Y a usted como le va con su fundición. Veo, claramente por su porte, que como dicen los marineros de su tierra: “Viento en popa”. Tras hablar de lo mundano, del viaje y las viandas entraron en la cuestión que ambos durante años anhelaban. – Sabe usted, llevo años, desde que inauguré la fundición de La Tortilla y compré las minas adyacentes,que la vida me la hacen imposible. La presenté en Filadelfia, tierra de su linaje, como la más grande de Europa, con una torre de perdigones genuina, treinta reverberos hornos y diez cubas de desplate. Produzco plomo y plata como nadie pero no me dejan sacarlo al mar. Los Neville y la MZA monopolizan los trasiegos y aunque compro voluntades la situación me asfixia ya. Necesito como el aire el rumor de las olas del malagueño mar. – Sir Tomas el origen de mi apellido es francés, de la vitícola Lorena, pero mi simpatía por ellos es parecida a la de usted y necesito urgentemente dar entrada en mi siderurgia a su plomo, el más puro y fino que he conocido. – Ya se ha promulgado la ley de estos nuevos liberales, Jorge, que otorgan la concesión para la construcción de un ferrocarril, que partiendo de Linares pase, por la Jaén olvidada, atraviese este pueblo y Lucena y muera en Puente Genil. – Alegría me da que venga directamente el tren Thomas, sin pasar por Córdoba obviando a la MZA. Pues no se hable más, ¡señor bodeguero más vino! Qué hay que brindar. Por el bien de estas desgarradas y sufridas tierras y de ambos a la par. – Así sea Jorge. Con un apretón de manos, costumbre de tu tierra, marchemos en paz.

Esta entrevista tuvo sus frutos pero no con tantos júbilos como pensaban. El inicio de los trabajos se dilató en el tiempo, haciéndose eco de esta situación la prensa del momento. La constitución de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces , asuntos administrativos, problemas económicos, retrasos principalmente en las ayudas que se debían percibir por parte del Estado debido a la presión ejercida por la compañía MZA, fueron los principales escollos.

Será el veintidós de enero cuando definitivamente se unan estos cuatro trayectos. Linares, en su estación de la Zarzuela con Espeluy. Jaén con Cabra, donde llegó a las doce y veintiocho minutos tras una locomotora adornada con dos banderas nacionales. De Cabra a Puente Genil. Caía ya la tarde llegando a Málaga, con los estandartes ennegrecidos por el constante humear, cuando por fin Linares vio el mar.

Fuentes fotográfica:

– Estación de San José o Almería y Cable Inglés en Almería.

– Estación de la Zarzuela, construcción de línea férrea, Estación de Puente Geníl y Estación de Málaga.

12212201_1020724871325088_401006054_n 12202378_1020724867991755_1101011090_n

Una Real casa que ayudó a dos independencias: Estados Unidos y España y que enmarca una original bula.

“No creo que me haya vuelto loco con lo que te voy a narrar. Lee atentamente, y obtén, con mente muy abierta, tus propias conclusiones”.

Pero antes de contarte esta singular historia, quiero llamarte la atención sobre la hornacina, que se halla enmarcada en la pequeña espadaña, donde aparece una joven y bella patrona minera, Santa Bárbara. Aquella, que fue encerrada en alta y parda torre, por su padre Dióscoro, el fulminado por un rayo, por intentar mantenerla fuera del alcance de las miradas pecaminosas, sufriendo, sin respiro, sus penas como mártir, sin sentido, hasta la extenuación.

Bajo la imagen aparece una curiosa leyenda. Reza en ella, la voluntad de un Papa por la fuerza de un obispo, concediéndoles con cuaresma perdonada, a los ya maltrechos mineros, el derecho con una Bula para comer, quien pudiera, carne todo el año.

Ya que queda escrito, algo que está en piedra sellado, disponte a hendir en tu entendimiento, lo que te voy a contar.

Dos años antes de que Carlos III fuese rey, aquel monarca que vistió de paisano para ser fielmente pintado, se funda esta morada como casa de Munición (1757), propiedad del Estado. En la misma década, se constituye, por parte de la Hacienda de la Nación, La Compañía Arrayanes, dedicada a la explotación y manufactura de la galena, pirita, malaquita y calcopirita. Es decir: plomo, hierro y cobre.

Carlos III, ilustrado soberano, colonizó todo el Sur de Sierra Morena, roturando baldías tierras y dehesas, perforando hoyos y antiguas rafas con presteza. Como buen Borbón, estableció una alianza con el origen de su sedosa cuna, Francia. En la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, intervino, junto al país gabacho, contra la que ayer fue dueña del mundo, Gran Bretaña. En apoyo a la emancipación, allende los mares, de las trece colonias británicas. Como quiera, que en su origen, la escopeta era un arma que al disparar lanzaba un haz de proyectiles de plomo. Y que España puso al servicio de La Alianza su incipiente industria minera, de las cuales pocas existían en la belicosa Europa Central. Los jóvenes rebeldes, al son de flautín y tamboril, de ese país que despierta, quienes se enfrentan a los organizados y siempre serios casacas rojas británicos, llevaban en sus zurrones plomo linarense.

La otra emancipación ante quien oprime, nos queda al lado de casa. En unos llanos de vides, adobes y tierras abrasadoras. La Batalla de Bailén. Esta se libró durante la Guerra de la Independencia Española. Suponiendo la primera gran derrota en batalla campal de la historia del ejército napoleónico. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808, fecha más que calurosa, para unos ejércitos extranjeros habituados a luchar sobre la nieve. Frente a frente; guerrillas en las retaguardia; cabras tiradas a los pozos. Huestes francesas, al mando del orondo general Dupont, tropas españolas, a las órdenes del famélico general Castaños, aquí, en esta abierta campiña, se midieron.

El arma empleada fue el trabuco, que disparaba proyectiles múltiples de plomo. Y como suele decirse, la casa donde se fabricaban estaba muy cerca.

Podemos concluir, con orgullo y con un poco de osadía histórica, que esta modesta fábrica y hacienda, situada al lado del, eterno en su remodelación, Ayuntamiento, influyó decisivamente en la libertad de dos naciones.es, bonita y curiosa historia. Un poco osada. Disculpa por lo de ayer.

Fuente fotográfica: La Casa de la munición en 1908 y en 195712165835_1013104095420499_548996053_n

municion1957

LA FUNDICIÓN LA TORTILLA Y EL DESTINO DE UN MUNDO

¿Qué pensaría esa pueril y alta sociedad americana, nuevos ricos sin historia, cuando en una de sus más importantes ciudades tuvo su puesta de largo, una fundición, de nobles y rancios propietarios británicos, cuyo nombre era tan castizo y alimenticio?

Filadelfia, aquella ciudad, cuna de la cultura estadounidense, donde Benjamin Franklin, como hijo de esta tierra, tocó por primera vez la campana de la libertad, quedó asombrada. ¿Linares?…, ¿dónde está Linares? Los caracoleados corrillos de gente muy bien vestida y acicalada hablaban, mientras que, con histriónicas voces de un lado a otro del gran salón de estilo versallesco, copiado al mínimo detalle, como el joven que quiere aprender de los viejos maestros, de la reciente inaugurada Exposición Universal:

– En Europa – decían muchos -,  en España – hablaban menos -,  en Andalucía – comentaban pocos -.  – En Linares – aclaró en perfecto castellano, aquel que vestía con amplia capa de fieltro negro, camisa de blanca seda y sombrero de ala ancha, con pluma de perdiz extremeña –  se ha creado la fundición más grande de la vieja madre. –  Y ¿qué se funde allí, tan lejos… oro? –  Jocosamente se dirigió a éste, la bella dama pelirroja, con aire de saber lo que no tenía importancia -. – ¡No, no! – aseveró un alto, esbelto, singular, culto, algo aventurero y aprovechado señor, con pinta británica, a quien habían presentado como Sir Thomas Sopwith – “Lead and silver. His name is La Tortilla”.

Pero antes del 1875, año en que oficialmente fue inaugurada, en este lejano lugar por agentes extranjeros, ya tenia su nombre, ya había sido laboreada, para reyes, guerras y palacios, durante siglos y siglos. Pedro Francisco de Torres, en su Historia de Baeza en 1821, las señala como tales, como minas adscritas al Crédito Público.

¡Qué gran salto diste! De tres humildes hornos y una cuba de desplate pasaste, entre 1890 a 1912, a veinticuatro hornos reverberos y diez cubas, que fundieron más de 23.000 toneladas de plomo dulce, obteniendo un rendimiento en plata de 87.000 Kilos de término medio anual, ayudados, claro, por una plantilla de 700 trabajadores. Con terminal específica de la compañía ferroviaria MZA para el transporte del mineral; con tu línea de tranvía para acercar dignamente a los trabajadores a su brillante y orgullosa fábrica; Con unos de los primeros teléfonos directos que se colocaron en España, para comunicar la factoría con su sede social, ubicada en la nueva y bella Plaza Alfonso XII.

Con tu coqueto pueblecito, compuesto por bellas casas de influencia europea, de hermosos soportales, de parterres floridos de hiedras y rosas, jardines bellamente podados y huertos con los más inverosímiles frutos para aquella época.

Pero, cual realidad de vida, todas no fueron luces. Algunas sombras marcan tu dinámica existencia. Así, en la primavera 1912, cuando solo el campo tenía que estar en flor, tuvo lugar una huelga revolucionaria, con la consiguiente ocupación militar de este Linares orgulloso, donde el propio Pablo Iglesias, tuvo que mediar para que los trabajadores regresaran a su puesto de trabajo. Incluso cambiaste de dueño, al incautar las acciones de capital británico, el Ministerio de la Guerra del gobierno español, al considerarte, fundición de interés estratégico y militar. Brotaban en el aire los vientos de La Primera Guerra Mundial. Tras la guerra civil La Tortilla irá perdiendo capacidad productiva, por el agotamiento de los filones colindantes, la bajada del precio del plomo y el traslado de las cubas de desplate a Marruecos. Solo el Grupo Adaro, concretamente el Pozo San Juan- Esmeralda, con alcohol de hoja de alta calidad, junto a las minas de La Carolina y el grupo San Miguel le envían material de plomo para su fundición.

Cerró sus puertas en 1967, al parar los pozos de El Mimbre-San Vicente, tras su trágico accidente y las minas de La Carolina – Centenillo.

En definitiva 93 años de nuestra historia de grandeza y lágrimas, donde las huellas de esta impresionante factoría minera se hunden ante la barbarie, el expolio y el abandono de los ciudadanos linarenses.

Fuente fotográfica:

– Acarreo 1908

-Desplate. 1908

– Laboreo y transporte de sus propias minas (Los Lores). 1911

12086914_1009465172451058_587698738_n12077075_1009465169117725_78760774_n  12077340_1009465165784392_540328868_n

Y… PARA EL DISFRUTE DE LOS MINEROS: SANTA MARGARITA

¿Margarita, santa francesa, de vocación intachable, que sufrió una grave enfermedad ósea: siendo sanada milagrosamente por la mediación de María?, ¿flor simple, pero compuesta por diferentes partes unidas, de color blanco con un centro amarillo, aunque algunas veces puede ser de color rosa; de origen anglosajón que significa ojo del día?, ¿cocktail de origen mejicano elaborado con tequila mezclado con Cointreau , sirviéndose con sal? o ¿madre, sin ser santa, de aquel marqués que vino a Linares, para aumentar sus ya saciadas riquezas?

Este es tu nombre porque así lo quiso aquel, José de Murga y Olid, quien, el 11 de febrero de 1873, festividad de La Virgen de Lourdes, cual alumbrado preludio de los milagros político-sociales de un siglo convulso, por la voluntad de Amadeo I, obtiene el Marquesado de Linares. Titulo alcanzado por su fidelidad, no exenta de sustanciosas ayudas económicas, apoyo y reconocimiento social en un Madrid, adormecido por el cansancio que da la actividad irracional y guerrera, de la extranjera y nueva Familia Real. Curiosa fecha ya que horas después este napolitano enjuto, liberal y creo que hasta inteligente, como tantos otros, cogió su maleta y sin ruido y sin nueces abandonó esta dura España ingobernable.

José, heredero universal de una de las fortunas más grandes del país, sin comerlo y bebiéndolo, acumuló una de las riquezas más grandes, saneadas y envidiadas del país. El marquesado, pensado y elegido por los años venideros, amplió su patrimonio, ya claramente saciado. Filántropo, culto, refinado, vividor, viajero, librepensador, astuto, no dudó, cuanto más brillaba su estrella, cuanto más alumbraban las luces de la capital, cuanto más mundo conoció, vivir y eternamente reposar en Linares.

Nos legó, unos jardines coquetos, pequeños y cuadrados, en honor a su abnegada y siempre callada madre, Margarita Reolid y Gómez, para el disfrute de aquellos, los mineros, que tanto contribuyeron, con sus silencios entrecortados, a ser quien fue.

Fuiste Cruz de Rollo, eriazos de Linares, areniscas pelirrojas, correntías de barros sin fronteras. Campo alejado y solitario, donde las sombras, en soledad y sin luces, a los tajos caminaban.

La vieja villa ya despierta, en busca de su fortuna y esperanza, necesita expansión. Paseos, jardines, toros, casas, bancos, teatros, casinos, en este espacio diáfano la inteligencia los ubicó. Aunque empezaron a construirte en 1843, definitivamente terminaron tu planta, el mismo año en que Linares alcanzó, ahora sin maravedíes de vellón, aunque con muchos intereses en el argentífero y plúmbico filón, en el año que reza, como el de la luz para este pueblo: mil ochocientos setenta y cinco.

Plaza racional y ordenada. Sorolla, su luz y su levantino y mediterráneo paisaje fueron la inspiración, a lo largo de los cambios, que ha tenido y tendrá en su dilatada vida. Datileras palmeras no en tierras del desierto, sino en escollos de bermellón arenisco; multicolor rosaleda con formas caprichosas; pinos de gran porte donde los ruidosos estorninos pernoctan; nadadores y tornasolados nenúfares sobre estanques repletos de peces de colores bordeados y bordados por rojo ladrillo; palomas, pichones, torcaces, zuritas y tórtolas vuelan y revuelan en su octógono palomar. Circular ambigú de neón iluminado, , donde las mocitas y los mozos, entre tragos de zarzaparrilla, lucen sus encantos hoy recuperado de forma rectangular y acorde a los nuevos tiempos y estructuras recuperado- Laberintos de cipreses donde Dédalo escondió, para no ser toreado un poquito más arriba, a su minotauro.

Pequeña fuente, junto a la de la dama con su paloma de libertad, que es la grande. En ella, los hieráticos y graníticos bustos de José y Raimunda nos miran como hemos crecido, como hemos sufrido. Y, sobre todo, espesura, que sosiegue el ánimo del espíritu, tras días, años y siglos con desdichas trabajados.

Junto a ti hacia arriba, un poquito más tarde se construyó el paseo de paseos, paseo de trabajo, paseo de proyectos, paseo de fracasos: Paseo de Linarejos. El más grande de todos los que se hicieron en el interior de España. De coloridas plantas, parterres perfumados y árboles que miran al cielo, con olores limpios y puros, porque las chimeneas de tus minas, con sus humos infernales, los han borrado. Bulevar parisino, racionalista y enigmático, con vías, que arrastran carruajes, trenes y tranvías. Mientras que en su centro, con bancos engalanados, con luminarias originales y bellas, la vida pasee, de un lado a otro, con la tranquilidad del tú y el nosotros bien hallados.

A tu espalda y ya elevada, sobre la Cuesta de la Moza, como risco inexpugnable, construida un poquito antes, con un círculo envidiable, el mayor ya conocido, menguado por el miedo que a Guerrita le produce el albero minero, La Plaza de Toros de Linares se despierta al mundo entero. Heredera de minoicos, con el permiso de Dédalo, para que diera juego en la lidia, con la dureza del bronce y el cobre que en tus entrañas reverbera.

En calurosa tarde de un verano de posguerra se oye un soliloquio entre gritos: ¡Ole, ole, Ay qué miedo! Entre palmas y tristezas murió aquí el torero.

Espacio tranquilo y sereno, que aun con el bullicio moderno, en nuestro espíritu camina, observando lo vivido, y esperando que mañana, de nuevo despierte tu estirpe, la que te hiciera cambiar el risco y la piedra, en belleza eterna.

Distintos momentos de la hermosa plaza:

– 1910, con el paso del tranvía.

– 1032. Con un hermoso jardín, casa del jardinero y biblioteca-palomar.

– 1959 y sus aires modernos.12092274_1006240556106853_906416686_n.jpg

12081530_1006240562773519_2034907630_n.jpg12071341_1006240559440186_773577375_n.jpg

SIEMPRE HAS ESTADO EN NUESTRAS VIDAS, PASEO DE LINAREJOS

Siempre has estado en nuestras vidas. Hemos jugado, hemos paseado, hemos besado, hemos amado, hemos cantado, hemos reído, hemos llorado.

Desde que en 1875 se decide por las autoridades locales realizar un paseo para el goce y disfrute de los ciudadanos, sobre un caminito arbolado, que unía la ciudad minera con el Santuario de su Santa Patrona, el paseo se convierte en el rey de todas nuestras calles.

Sobre un proyecto del arquitecto, urbanista, racionalista y modernista Casado Gómez nace el gran soberano. Pronto vendrán las luminarias, de luz de gas, para enmarcar sus laterales, ¡Qué gran invento!, cuando el resto de ciudades permanecían en la más subyugante oscuridad. Farolas parisinas adornan su centro. Van d’Osne, aquella fundición que hizo la propia Estatua de la Libertad y la Escuela de Eiffel, aquel arquitecto que maravilló al mundo con su torre, ambas trabajaron para Linares. Adoquines forjados en nuestras entrañas, de tantas y tantas canteras, hoy desaparecidas, dibujaron un suelo de una manera horizontal y acompasada.

Aquellos paseos militares que embelesaban a nuestras mocitas, exaltaban el espíritu nacional en guerras africanas y, que a la vez, reprimían cualquier protesta justa de nuestros mineros.

Aquellos parterres llenos de flores moradas y amarillas. Aquellas, palmeras delgadas que desafiaban al cielo, mientras que sus hermanas rechonchas guardaban los secretos de los enamorados.

Aquellos obeliscos simbólicos y librepensadores, donde López de Arce, en 1911, expresó sus más íntimos secretos.

Aquellos pabellones musicales que… ¡vieron hasta bandas americanas! que con orgullo celebraran 25 años de paz para algunos y de tristeza para otros.

Aquellas tardes tórridas entre árboles, donde se paseaba para esperar la salida de los toros y que cuando ya refrescaba, se llenaba de bullicio para disfrutar de nuestra feria.

Aquel largo paseo interminable donde el Dios de los mineros, el Nazareno, caminaba orgulloso y lentamente, entre armaos y trajes nuevos, para bendecir nuestro Linares y… tantas y tantas cosas más, que olvidamos y, que a veces, con sonrisas y lágrimas, recordamos.

Aquellas tres casas que en tu costado derecho han sido forjadas. Villanova, senador del Reino, inteligente y dedicado empresario minero, enorgullece más tu porte con tres plantas bien plantadas. La primera de negocios, artesanos del calzado, licores y néctar de dioses que hagan olvidar lo pasado. La segunda y la tercera, de ricos hombres con testuz canosa y cansada, de bellas damas, de manos finas, con trajes nuevos y la cara recién lavada. Y su ático de bohardillas para bohemios, mineros, filibusteros, buscavidas y prostitutas, que a las sombras de tus plátanos y la claridad de tus palmeras observan un nuevo amanecer azulado, con la esperanza en sus manos. Entre vanos, balcones, ventanas y puertas, trescientos sesenta y cinco se han contado. Fugacidad de días y de noches que pasan, calendario de piedra que en tu rostro ha quedado marcado.

Por eso, siempre has estado en nuestras vidas. Hemos jugado, hemos paseado, hemos besado, hemos amado, hemos cantado, hemos reído, hemos llorado.

Imágenes:

– Entrada al Paseo de Linarejos, concebido como bulevar al estilo parisino y la Casa de Villanova. 1903

– Desfile militar y misa de campaña en La Glorieta. 1911

– Bajada del Nazareno. 1954

12033532_1002916759772566_1379770203_n 12064151_1002916873105888_1716490431_n

A LA SOMBRA DE UNA NUEVA Y REAL PLAZA

Solamente, el inmortal por su obra, hijo de su tierra, Vandelvira, que creció en un condado guerrero y calatravo, con Villacarrillo como patria, y se fijo en esta aldea, cuando solo leña y plomo escondido tenía. Con sus humildes casetones inconclusos de la nave transversal, de un templo significativo, de una villa que sueña despertar.

Solamente un castillo, desaparecido y olvidado; enmarcado en la historia por un cuadro extranjero de quien vino de paso y no nos pudo olvidar. No hay juderías ni zocos; ni catedrales, ni alcázar; no hay jardines que alabar, solo casas solariegas y palaciegas, el legado de una sombra feudal.

Será La Revolución Industrial, con sus empresas, transportes, trabajo, hombres, niños, mujeres y capital la que consiga, a través de la transformación y distribución del cobre, plomo y plata, por todo el orbe conocido. Nuestra transformación, de pequeño arrabal medieval-renacentista a una gran ciudad.

Expansión de neoburgueses, campesinos y mineros, que en 1871 hizo de este pequeño lugar, poco a poco, una gran localidad. Surgen barrios residenciales, de calles rectas y racionales; con casas amplias y lujosas, con mármoles y sillares para los ricos capitales. Surgen corralas y patios vecinales de blanqueado adobe, donde se hacinan como hormigas, los que van a trabajar.

Se construyen parques, paseos y plazas, con jardines evocadores, ensoñadores, verdes, exuberantes, iluminados y cantarines, como frescos coloridos de Sorolla o como espejo dignificado de un modernismo levantino. La Plaza de Alfonso XII o Nueva, realizada en honor del monarca que nos dio el título de ciudad, será un claro ejemplo de este espíritu emprendedor y un poquito librepensador.

Presidiendo esta plaza se encuentra una bella estatua de la joven divinidad agrícola, tránsito estacional de un primavera frondosa a un estío reflexivo y lleno de frutos, transito racional de una sociedad que, de estar apegada a los bellos trajes de La Madre, ahora estruja sus entrañas.

Ovidio dijo:

– «Porque tú gozas de juventud imperecedera, tú eres el eterno niño, tú, bellísimo, eres admirado en el alto cielo, y tu rostro es como el de una virgen».

Efectivamente este eterno joven dios será un elemento iniciático de la francmasonería, exportada y asumida, que tanto auge tuvo, en esta imaginativa tierra, oscura y clara de ideas, a finales de un siglo XIX que muere y un siglo XX que gatea.

Como no podía ser menos, este emprendedor enclave, rico y culto, echará mano de las grandes empresas y firmas europeas, para llevar a cabo su gran obra. Van d’Osne fundición francesa, de clara influencia y de inversión librepensadora, cuya obra cumbre es la Estatua de La Libertad, nos dará imágenes emblemáticas que aún perduran en el silencio y una luminaria espléndida y funcional, que hace brillar la razón y el orden de las empresas humanas, tras siglos de desesperanza y oscuridad. La Escuela de Eiffel, ¡sí, ese arquitecto de la famosa torre, faro vigía de una Europa jacobina!…será quien nos maraville con las suntuosas farolas del Paseo de Linarejos, la techumbre de hierro de la Fundición La Cruz y, cómo no, el desconocido puente invertido en sus anclajes de una estación baezana y linarense, que dio aire y vida a una Andalucía triste y olvidada.

Imagén:

– Detalles de la Plaza Alfonso XII, a finales del siglo XIX, donde se observa la síntesis de las grandes casas empresariales y solariegas con los más paupérrimos corrales. Así como la ubicación inicial de la Estatua, no guarda ninguna relación en su encriptado ornamento y orientación, con la del estado actual.

12032452_998002030264039_1617819076_n

CON SU PROPIA Y TRISTE LEYENDA

Como te decía, esperando que estés entregado a los susurros en la intimidad, mi ya estimado lector. Hemos sentido su embrujo, la desdicha, la soledad, la amargura, la sorpresa y la ternura al ver una historia de amor expresada hasta la eternidad en un envoltorio marmóreo, secreto encriptado, delicado y bello de sus huesos.

Ahora es el momento de que te cuente lo que cuentan que a mi me contaron. Triste leyenda que persigue a José y Raimunda, los marqueses de Linares, en su palacio de Madrid y en el Hospital de San José y San Raimundo, fruto de las riquezas heredadas y de la venta de las concesiones mineras de nuestro pueblo, al ser otorgado el marquesado por los servicios prestados al apresurado reinado de Amadeo I.

Estos esplendorosos edificios encerrarían los espíritus sin lugar de éstos, así como el de una niña, su supuesta hija, Raimundita. Entre susurros, saboreando una buena copa de vino en una tarde otoñal, me narró aquel portero, ya anciano, de poco pelo canoso y arrugas y agarrotadas manos, que José le habría confesado a su padre, el rico comercial Mateo de Murga, haberse enamorado de una muchacha humilde y bella llamada Raimunda, hija de una cigarrera del barrio de Lavapiés. Al conocer su padre el nombre de la recatada damisela, horrorizado, habría mandado a su hijo a estudiar a Londres, con el fin de hacerle olvidar tal amor de juventud.

La razón de su espanto vendría dada por el hecho de que esa humilde criatura habría sido fruto del amor extramarital del propio Mateo con la madre de ésta. Y, por lo tanto, ambos enamorados serían hermanos de padre.

Pasados los años, estando los jóvenes recién casados y el viejo y astuto patriarca recién fallecido, José habría encontrado una carta de su progenitor, debidamente cerrada y lacrada, dirigida a él, donde le explicaba las razones de su oposición a tal relación. José y Raimunda, conscientes del pecado incestuoso que habrían cometido, se habrían dirigido al Papa Pío IX. Tras años de espera y amorosa agonía, les habría otorgado una bula denominada «Casti convivere». Esto es, vivir juntos, pero en castidad. Sin embargo, el febril amor que se profesaban les habría hecho pasar por alto su relación de hermanastros, habiendo engendrado una niña, que pronto desapareció para evitar el gran escándalo.

Desde entonces, fallecidos tal retoño, Raimundita, y sus padres, los marqueses, penan sus espíritus paseándose por los grandes salones de su pequeño y coqueto palacio y su gran y hermoso hospital, cantando viejas y conocidas canciones infantiles y llamándose y buscándose los unos a los otros con lastimosas y dulces palabras y callados y afligidos murmullos.

Imágen:

– Fachada y Panteón de los Marqueses de Linares.. Hospital de San José y San Raimundo de Linares. 1952.

11349038_994476210616621_1120782945_n.jpg

EL NUEVO MARQUÉS EN LINARES

El once de febrero de 1873, festividad de La Virgen de Lourdes, cual alumbrado preludio de los milagros político-sociales de un siglo convulso, Amadeo I decide obsequiar a José de Murga y Olid con el Marquesado de Linares. Por su fidelidad, no exenta de sustanciosas ayudas económicas y por el apoyo y reconocimiento social en un Madrid adormecido por el cansancio que da la actividad irracional y guerrera, de la extranjera y nueva Familia Real. Curiosa fecha ya que horas después este napolitano enjuto, liberal y creo que hasta inteligente, como tantos otros, cogió su maleta y sin ruido y sin nueces abandonó esta dura España ingobernable.

José, heredero universal de una de las fortunas más grandes del país, fruto de los frutos, de las transacciones entre la vieja España y las nuevas y conquistadas Españas, de los latifundios olivareros, de esta ya, más que vareada, pisada y estrujada Andalucía y de tantas y tantas empresas, que sólo el inteligente y constante hace crecer y el necio las lapida.

Sin comerlo y bebiéndolo, acumuló una de las riquezas más grandes, saneadas y envidiadas del país.

El marquesado, pensado y elegido por los años venideros, como niño que nace y trae un nuevo y rico pan bajo el brazo, amplió su patrimonio, ya claramente saciado. Las claras tierras del coto de Santa Margarita, puesto este nombre, tan blanco, amarillo y florido, en honor a su madre, eran un espacio donde sus venas y arterias se mostraban oscuras, ricas y mineras. Explotado y transformado por su persona, es vendido al Estado. ¡Qué curioso! Un regalo de éste se convierte en una venta afortunada al mismo aquel, ante la llegada, con premura y locura, de empresas extranjeras, para extraer la sangre de los capilares, de una preñada madre. Filántropo, culto, refinado, vividor, viajero, librepensador, astuto y sin ningún prejuicio social, según dicen y cuentan tuvo dos amores en su vida, uno su esposa Raimunda, la bella y enigmática.

Raimunda, hija de cigarrera de Lavapiés, otro su nuevo pueblo, no húmedo y fresco como el de su origen, sino seco y cálido donde la alegría de vivir tapaba la agonía del sufrir. No dudó, cuanto más brillaba su estrella, cuanto más alumbraban las luces de la capital, cuanto más mundo conoció, vivir y eternamente reposar en Linares.

Nos legó, porque quiso, unos jardines coquetos, pequeños y cuadrados, en honor a su madre, para el disfrute de aquellos, los mineros, que tanto contribuyeron con sus silencios entrecortados, a que fuera quien fue. Y un hospital, grande, hermoso, vanguardista y neoclásico, para todos. ¡Sí, para todos! porque nada ni nadie dejó de girar alrededor de él. Hemos sentido su embrujo, la desdicha, la soledad, la amargura, la sorpresa y la ternura, al ver una historia de amor expresada hasta la eternidad en un envoltorio marmóreo, secreto encriptado, delicado y bello de sus huesos.

Pero eso…es una bella leyenda que cuando estés relajado, la leerás en su plenitud…

Imágenes:

– Manuscrito de autorización y concesión del Marqués de Linares para la explotación de sus terrenos mineros. 1876.

– Mina de Santa Margarita una de las más ricas del distrito en lo que hoy conocemos como la Dehesa de Marga, visitadas por el marqués.

11948011_990826204314955_546420589_n.jpg

ASÍ COMENZÓ NUESTRA PEQUEÑA GRAN HISTORIA COMO CIUDAD

Tres acontecimientos cambiaran el rumbo de este villazgo para convertirse en unas de las ciudades más influyentes del Estado, tomándose muy en serio cualquier estornudo que tuviese en una Europa resfriada.

La instalación y perfecto funcionamiento de la primera bomba de desagüe, por capital inglés en la Mina de Pozo Ancho. La Ley de Bases emanada por Ruiz Zorrilla, en esos momentos Ministro de Fomento, el 29 de Diciembre de 1868, donde los revolucionarios de septiembre de 1868 se encargarán de ir introduciendo los principios liberales afectando con ello a la minería, de este modo la ley rechaza el principio regalista y acepta el dominio público sobre las minas. Y la obtención por parte de Alfonso XII el título de ciudad.

Así empezó todo. Estos simples hechos permitió que en Linares se abriesen las concesiones mineras y que despertásemos al mundo de una manera diferente: con orgullo y optimismo, no exenta de una profunda tristeza, al ver que los frutos de nuestra rica tierra se marchaban sin que nosotros tuviésemos el control de los mismos.

Desde estas fechas hasta 1991 se concedieron 1001 concesiones. Trabajaron 10.600 almas en la minería. No se sabe de hecho las personas que pulularon por el gran distrito, calculándose una 80. 000 personas Se enriquecieron unos con la mayor producción mundial de plomo 170.000.000 toneladas y padecieron otros. Se aportaron innovaciones insospechadas para aquellas épocas. Países como Gran Bretaña, Alemania, Francia… vieron que nuestras ricas entrañas darían la oportunidad de crear pingües

Existieron seis estaciones de ferrocarril; se creó un tranvía que pusiera en contacto las minas con la ciudad y con el resto de la comarca; abrieron sus puertas, día y noche cafés cantantes, casinos, prostíbulos. Nunca se dormía, y entre bailes, llantos, risas y bebidas. Unos vivían en vías jubilosas y otros morían en rincones de malicia escondida.

Su plaza de toros, con un anillo de dimensiones nunca conocidas, fue un referente en la animación taurina del país. Ningún torero de renombre, ninguna ganadería asentada tendrían valor, si no hubieran pisado con orgullo su albero de tierras plomíferas.

Se creó la primera sucursal de Banesto de España; se llevó a cabo el segundo mitin sindical, de esta vieja piel de toro, a cargo de Pablo Iglesias, quien vino a mediar ante un grave conflicto sindical en La Tortilla; vieron la luz diariamente, una decena de periódicos para mantener informado a un pueblo ávido de noticias y opiniones; se eligieron diputados a cortes especiales, representantes de intereses ya creados.

Se acuñaron monedas y billetes propios; sus fundiciones fueron las primeras de Europa en producción de plomo y plata, considerándose de interés bélico mundial; se realizó el edificio fabril más grande de España: La chimenea bóveda de La Cruz. La sucursal del Banco del Estado, no estuvo en la capital de la provincia, estuvo aquí. En definitiva, no hubo ninguna determinación política, económica o social de todo el espectro ideológico, que no nos tuviese como referente.

Y me pregunto, y te hago una pregunta, cómplice lector, con toda humildad, más en estos años de hastío, mediocridad, agradecimientos interesados, creatividad fracasada por las dependencias de la subsistencia sin sentido:

¿Y ahora qué?…

Fuente fotográfica:

– Gobierno del Sexenio Revolucionario que liberó la propiedad de las minas.

– Pozo Ancho. Primera mina española donde se aplicó la energía por vapor.

– Minero yendo al Pozo Acosta en bicileta.

– Interior de una Galería minera de Linares.

11933055_983176568413252_1372860899_n.jpg 11911007_983802008350708_1878458645_n.jpg

UN CASTILLO PERDIDO, SIN HABERLO COMPRENDIDO.

Emir Omeya, no te fiabas ni de tu sombra. El adversario que marca la cruz aún está lejos; los enemigos con tu misma media luna, te acechan. Por eso creaste esta alquería sobre el Arroyo de Baños, para defender las aguas cristalinas, los frutos, los boques y esa legendaria plata escondida.

Sin daros cuenta la Cruz te arrebató tus sueños, pero no duerme tranquila. Las pequeñas medias lunas aun resisten: las crucecitas señoriales conspiran. Por eso elevaste tu estructura y castillo te hiciste.

Ahora en tiempos de tranquilidad, pero no de paz, despreocupado, cansado por el hastío, el centinela, con su ballesta en ristre, otea, ¡no!, mira, con desgana, desde su atalaya, no el peligro de guerreros que conquisten prestos la ciudadela, sino la parsimonia, que da el cansancio, a aquellos que no tienen nada y que con paso lento marchan a su trabajo sin porvenir, en una España pícara y rancia donde el Sol se pone por los cuatros costados del sufrimiento.

Mientras tanto Pier María Baldi, arquitecto y pintor renacentista, de mente abierta y de ideas de cambio de una sociedad agotada por su propia mediocridad, «mamadas» de esa Italia que revoluciona el mundo volviendo a sus orígenes. Miembro destacado de la corte de Cosme de Médicis, duque de Toscana, aquel que Maquiavelo eligió como el arquetipo del verdadero príncipe, llegó a Linares en una hermosa tarde primaveral.

Quedó, como no podía ser de otra manera, impresionado con sus seis hermosas torres, con sus murallas de arenisca rojiza, que brillaban como perlas por su cuarcita incrustada. Gran fortín, defensor de conflictos entre señores y señores; señores y aspirantes a reyes; señores y vasallos; señores, reyes e infieles…

La ciudadela olía a azufre y plomo, y, pensando en su periplo de caminante observador, no había visto guerra alguna. Pero, ¿y ese olor?… El gremio fundidor de los metales telúricos, hacía ya, desde los albores del día y de su milenaria existencia, su alquimista faena.

Se detuvo más tarde en el camino real, pidió un poco de agua con miel de los tomillares floridos, respiró el aire cargado de mejorana, espliego y trigo amasado y, ensimismado, miró atentamente sus imponentes atalayas, sus majestuosas almenaras. La imagen fue tan sutil, que no dudó pintarlo, con acuarelas de tonos sepia, no, para su propio recuerdo a modo de suvenir caprichosista, sino, más bien, para el disfrute de todos nosotros que nunca lo pudimos sentir, oler y vivir.

Con trescientos años de diferencia, mucho habiamos cambiado: – Acuarela de Pier Maria Baldi del Castillo de Linares. Museo de Florencia. – Imagen fotográfica de Linares a finales del siglo XIX.

11872651_979774745420101_200739718_n.jpg11855546_979873495410226_336190836_n.jpgÓleo, de mediados del siglo XVII, localizado en Fernán Núñez, donde se aprecia claramente el castillo, Santa María y la parroquia de San Francisco.

EL ORIGEN DE UN NOMBRE: LINARES

¡Qué importancia, qué enigmas tiene nuestra historia milenaria! ¡Qué sabiduría guarda nuestra tierra de granito, margas, plomo, cobre y plata! Para que, los que sabiendo y entendiendo, estudien el origen de su nombre y, aún no estén de acuerdo en el color de su verde sierra, en el rojo y el amarillo de sus praderas, en el metal que esconde su alma o en la textura de la entibadora madera, génesis de su cuna.

Corrían tiempos de guerras, tiempos de escudos, lanzas, ballestas, cimitarras y espadas. Tiempos de conquistas, tiempos de desazón humana, cuando un castellano y bien aderezado monarca, tras mirar y pasar la yema de sus dedos, de una forma curiosa y sorprendida, por una aparente indescifrable inscripción, sobre un arenisco sillar, nos llamó, para sus adentros, Linares. El viejo rey guerrero se hallaba, plácidamente dormitando, descansando de sus numerosas batallas en plena ví¬a militar, a la que denominaban, como no podía ser de otra forma, desde tiempos augustos e inmemoriales: Linarium. A la sombra de la pétrea, grisácea e impugnable almenara, conocida como “La Oliva”, hermana de las cinco que circundaban un impresionante y moruno castillo cavilaba sobre el por qué de esta simple frase enigmática:

“Pop Hellanes”. – ¿Pop Hellanes?, ¿Pueblo de Hellanes? ¿Su origen tal vez sería griego? Aquel pueblo navegante y aventurero, que nos visitó tantas veces, buscando Tartessos, Hércules y sus columnas, Giribaile y sus leyendas. Quién esquilmó nuestra fértil tierra y sus preñadas entrañas.

¿Serían estas dos palabras el germen, para que este anciano Alfonso VII, diera nombre a nuestra tierra? Defensa de este hecho, entre los estudiosos, a través los años, con sentido y más sentido, los hay. . . . . . . . . . Otros dicen, con hipótesis de razón, que su nombre se debe a la religiosidad mundana de aquellos de prietas sandalias y armaduras relucientes, que junto a su gran opidum castulense, situaron, no lejos de sus tajos esclavistas de plomo y plata, una línea de altares: “Luni-arae, o Linea-Arum”. Una zona, entre bosque de encinas, acebuches, madroños y alcornoques, de frescas aguas cristalinas, que con un acueducto y elevadas acequias a su conquistada altura llevaban, para orar a sus dioses, para honrar a su mayores, en el amanecer de un día sin nombre, como un entendido de lenguas muertas y vivas, en el devenir del mundo, nos dirían. Algunos cuentan que siete mil maravedíes nos costó, con vellón o sin vellón, arrancar del monarca, a quien nunca se le oculto el sol, la independencia de la señorial Baeza, para adquirir el título de villa soberana; dejándonos de llamar Leñares. Leñares de lentiscos y jarales, para pasar, como el que duerme y despierta, hasta que el duodécimo Alfonso, nos concediera, cuando ricos y pobres ya éramos, el valor de ciudadanos, con el término, recordado en “toda orbe”, de Linares.

Personas muy serias, eruditos del tema, defienden con ahínco, esmero, tesón y, por supuesto preparación, un vocablo latino: Linum que evolucionará a linar en aquellos cristianos que vivían en el territorio andalusí, en territorio musulmán. Y que, a veces con desprecio y muchas con admiración fueron trataron por el extranjero y conquistador árabe. Mozárabe aprendí yo. ¿Linum? Tal vez lino, como asimilación de este vocablo a la producción de dicha planta en esta tierra pétrea, acuosa y arcillosa y que evolucionará a linar: lugar sembrado de lino. No es disparatado, para nada.

Aquellos, que a las tinajas de su vino, añadieran ralladuras plúmbicas para ser mejor conservado y transportado a la ciudad de las siete colinas y, que éstas les hicieron, por la intoxicación de su sangre, con la ingestión del caldo del dios Baco, perder la cabeza, con locuras desproporcionadas, siendo a la postre las que llevaron a su fin, les gustaba el buen vestir. Ligero y fresco, transparente y sensual. Y, qué mejor tierra para dar este fruto, que con su riqueza acuífera, lino debería sobrar. Pero como el sabio dijo, mientras ensimismado observaba su lento y rápido fluir:

– “El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”.

De ahí que modestamente me incline, como otros que saben más que yo, porque la acepción de Linares venga de linar. Entendiendo esta definición como la descripción del “sitio o lugar del que mana agua”, castellanizada en su forma plural como “linares”, en alusión al “lugar en que nacen varios manantiales”.

Muchos lugares que riegan esta vieja piel de toro reciben la misma apelación y, en todos el liquido elemento, es la singularidad más destacada. Pantano de Linares en Segovia, Linares del Acebo en Asturias, Linares de la Sierra en Huelva, Linares de Mora en Teruel, Linares de Riofrío en Salamanca y, muy cerca, la cascada de “La cola del caballo” en el paraje de Linarejos en las serranías de Cazorla

En nuestro caso, nos referimos, mi ya más que mojado lector, a los manantiales, que se encuentra en el santuario construido en 1638 como bandera de un sitio independiente y abastecedor de plomo para iglesias, monasterios, catedrales y ejércitos. Un siglo más tarde, ¡qué rápido corre el tiempo!, en ese mismo lugar, fue reconocida como patrona, de todos los eriazos, sierras, campiñas, cejas, taludes, tajos, hombres, riquezas y miserias por el Obispado de Jaén a nuestra Señora de Linarejos. Señora de un “linar” que ya siendo joven y viejo, aún se atrevía a soñar.

11846385_977125045685071_762551572_nSantuario de la Virgen de Linarejos 1888 Propiedad de la familia Neufville, propietarios de La Fundición La Cruz.

LLORA HIMILCE: Leyenda para ser narrada al pie del “Castillo de La Malena”

11821981_975269729203936_568933403_o.jpg

Aquí, en este castro o poblado fortificado anterior a la llegada de los conquistadores palatinos, asentamiento argárico e ibero, dedicado a la explotación del cobre y el hierro donde se encontraron martillos, ruedas, palancas de molino, flechas…. al pie de esta atalaya, se halla una fuente donde cuenta la leyenda que lloró Himilce amargamente:

“Cuentan los que cuentan que a mí me contaron que nunca pensaría Himilce, la pequeña niña y gran mujer, ensimismada en su reflexión y, acariciándose sutil y suavemente sus bellos cabellos, mientras espera tristemente, en su fuente, preñada por las aguas otoñales e invernales, de verde esmeralda y de dulces y azules cristales, que su esposo y los ejércitos de hombres africanos y oretanos habían sido derrotados.

Ella, en su desgarrador soliloquio admitía, qué cruel había sido su destino… entregada en dote, cual triste moneda de cambio, como un pozo más de rica plata. Odiada, perdida y repudiada como un triste mirlo sin árbol y sin ribera, como el bravo hombre que pierde su orgullo frente a la derrota de sus empresas soñadas.

Jamás imaginaría, a la falda de este castro, germen de los fundidores cúpricos que tanto valor dieron al bronce desde tiempo inmemoriales, que en su seno llevaba la semilla del gran guerrero, que muy pronto desaparecería de la realidad que marca la historia, para pasar a la leyenda que envidian las sombras, allá en pasos lejanos y helados.

A partir de ahora… ¿cuál sería su historia? Reina o exilio, dama o amante… concubina del nuevo rey romano, cruel y despiadado, que sometería a este humilde pueblo Castular, por tan solo pensar y soñar en humanas esperanzas de grandeza perdurable.

Nada se supo jamás. Solo queda la fuente y esta humilde atalaya levantada sobre ese ideal volátil. Ambiciones, como tantas y tantas, que comienzan con implacables firmezas que el tiempo apacigua, como bravo y ruidoso río que, tras su largo y tortuoso transcurrir, muere en silencio, solamente acompañado con el susurro de las olas del mar.

Historias y más historias, compromisos inacabados, que día a día, marcan las vidas de grandes y pequeños en un anhelo de eternidad.

Con el tiempo, después de mucho tiempo, otros se asentaron en el lugar. Siempre con su genuino nombre de mujer: Magdalena. En honor de aquella que también lloró al lado de su Amado Rey, cruelmente destronado y asesinado por defender lo indefendible.

Hasta que los avatares de la vida, cuando Linares lloraba y los hermanos se odiaban, hicieron venir, para estrujar de nuevo sus entrañas, a rubios y tristes hombres, de botas altas, paso marcial y cruces gamadas. Pero eso… eso es otra historia”.

Pero la historia, inexorablemente sigue y será en época romana cuando se construya un Castrum Altum (Castro en lo alto), probablemente, al igual que el Cerro de las Mancebas y el de San Bartolomé, para defender el paso de la Vía Castulo-Saetabis, que iba desde Gades hacia Roma, y sus intereses mineros. El reciente descubrimiento de una fundición de plomo y plata en sus alrededores, devuelta al interior de la tierra por los intereses ferroviarios que no se llevaron a cabo, nos hace pensar en la importancia de este enclave. Más tarde se asentaron moriscos, extramuros de la villa de Hellanes, los cuales se ocuparon en tareas agrícolas hasta su expulsión definitiva con el tercer castellano rey Felipe. Construyese también sobre el siglo XIII una ermita con el mismo nombre, según reza en Sínodo Diocesano, hoy totalmente desaparecida. Los restos de esta pétrea garita de más de cuatro metros podríamos situarla en esta época. Y el nombre, ¿de dónde viene?, te preguntarás. Tal vez de la encomienda Calatrava, viejos monjes y encapuchados guerreros; tal vez, pensando en templarios del pasado; tal vez, pensando en Molay y sus hogueras. Tal vez pensando, en horas sin tiempo, en su Grial. Todo esto ya no existe, solo los restos verdes de sus fuentes y el grisáceo y circular bastión donde dicen y aseveran que los avatares de la vida, cuando Linares lloraba y los hermanos se odiaban, hicieron venir, para estrujar de nuevo tus entrañas, a rubios y tristes hombres, de botas altas, paso marcial y cruces gamadas.

Fotografía:

– Fuente denominada popularmente “Del huevo” en la ladera NO del cerro de El Castro de la Magdalena.

– Atalaya, calzada y asentamientos humanos y metalúrgicos a finales del siglo XIX..

Un «oppidum» que cambió los destinos de un pueblo que empezaba a vivir

11821399_973091576088418_779960151_o

Dicen que el hombre, desde su más tierna existencia, necesitó tres elementos para poder vivir: agua que calmase su sed, limpiase su sudor y ayudase a crecer sus alimentos; clima que le permitiese deambular sin excesos ni carencias; y recursos que le permitiesen desarrollarse como ser individual y colectivo. Nuestro entorno, bendito entorno, lo entregaba con bondad, benevolencia y opulencia.

Tres ríos, tres: Guadalimar, Guarrizas y Guadiel, como aparecen en nuestro escudo, apagaron tu sed creando un exuberante vergel. Suave clima para desarrollar una civilización creativa y luchadora; suelo rico en vides, cereales, frutales, olivos… y «Madre Tierra». Tus entrañas estaban preñadas de plata para asentar el orgullo de hombres, de cobre y hierro para preparar armas que dañen o defiendan y de plomo para construir un hermoso y duro devenir.

Todo estaba preparado para que Cástulo fuera el origen de nuestra pequeña gran historia. Sus excavaciones lo demuestran. La ocupación de este inmemorial lugar se remonta a finales del tercer milenio antes de Cristo, cuando se desarrolla la economía agraria en el valle del Guadalimar con agricultores nómadas y recolectores que empezaron a intuir, a vislumbrar, a mimar la riquezas que daba esta rica tierra; estableciéndose en ciertas zonas, en las riberas de este río, sereno y navegable. Dando lugar a lo que se denominará Cultura de Silos.

Durante el Bronce Medio es cuando, como joven que le cambia la voz, comienza a adquirir una entidad importante y urbana, vinculada económicamente a los ricos yacimientos de metales cuprosos y ferrosos de nuestras vírgenes y agraciadas sierras. Entre los siglos X y VII antes de Cristo, el embrionario bastión es una extensa y rica población de una evolucionada cultura autóctona peninsular. De estas fechas son los restos conocidos como el Templo de la Muela: edificio que podría identificarse como un palacio aristocrático, lo que revela una gran complejidad social, basada, como todas nuestras historias en la riqueza de unos pocos y el sufrimiento de muchos. Durante esta época, antes de su terrible ocupación, se considera como un núcleo avanzado de la periferia de esa tierra llena de pan y miel a quien el mismo Hércules denominó Tartessos, por el que los colonizadores griegos y fenicios mostraron gran interés.

La mayor importancia del yacimiento tiene lugar en el período ibérico, cuando, la madura e inexpugnable fortaleza, se considera un arrogante oppidum, uno de los más importantes de la Alta Andalucía. Los oppida eran poblados situados en lugares altos y fuertemente amurallados, con calles en retícula conformando manzanas. De esta época sería tal vez la primitiva muralla, de la que apenas quedan restos. La que aparece en la actualidad es más moderna, de inicios de la conquista romana. El Cástulo ibérico llegó a ser la capital de toda la Oretania, uno de los pueblos, entre sus correligionarios, más desarrollados, ricos, organizados y extensos de la Península. Como faro iluminado por relucientes aleaciones, entre atolones de impetuosos mares, forjo y acuñó su propia moneda, alejado de los núcleos costeros en contacto con los colonizadores del Mediterráneo Oriental.

En esta pequeña elevación, con sus reyezuelos al frente, se dará un hecho que tal vez cambiase los destinos de las grandes historias. Himilce esa pequeña hija reina, lamentándose en su fuente verdeazulada, nos revelará ese magno y triste destino. Así nos desconcertamos, nos embelesamos y nos entristecemos al conocer la bella Historia de esa pequeña esmeralda marina que fue nuestra gran señora.

Mapa realizado por London published.M.T.TEGG.cheapside. Copia y sistematización de la cartografía romana donde aparece claramente definida la Comarca de Cástulo en la Provincia Baética… 1914.

ILUSTRACIONES

11798004_973094562754786_1645347532_n

El relieve de los mineros de Linares de la mina de Baebelo. Hoy se encuentra en El Deutsches Bergbau-Museum de Bochum.(Alemania).

11805702_973098506087725_80250595_n.jpgUna de las primeras imágenes realizadas sobre las termas o Casa de Olivar, tras la excavaciones de el Doctor Blázquez, para la visita del principe Juan Carlos I a Cástulo.

PRESENTACIÓN

11830802_972903409440568_1516142627_n.jpgUn pueblo sin sus pequeñas historias, vividas y transmitidas de generación en generación, de una manera oral y sencilla por las personas que trabajan, sufren, luchan, ríen, lloran y sueñan; sin sus mitos y sus leyendas, que forjan un espíritu de unidad y pertenencia, jamás sería un pueblo fundido en el amor, el respeto y la lealtad a su madre Tierra, que le ha permitido vivir durante miles de años y que nos dejará acercarnos a ella mientras la comprendamos, la entendamos y, como a un hijo, a un desvalido que duerme en el sueño de la armonía y la tranquilidad, jamás le hagamos el mas mínimo daño.

Pretenderé narrarles pequeñas historias y leyendas para sumergirlos en un acto íntimo y reflexivo; no en un mundo de historias de vencedores o vencidos. ¡No!, más bien, en el devenir de un pueblo marcado por la riqueza de las entrañas de la tierra y el arranque de las mismas. Un mundo lleno de hechos, de acontecimientos, de vidas anónimas, que sufrieron para ganarse el paupérrimo jornal, el sustento diario, trabajando de sol a sol, con las manos encallecidas, con las espaldas encorvadas y con el rostro cansado y arrugado. Ya desde su niñez, con el pecho desinflado y enfermizo, desgranaron el fruto íntimo de aquella que impasible observaba, en silencio, sólo roto por la pólvora, el pico, el martillo y los gritos de desesperados de sus hijos, que jamás alcanzarían su paz, para que otros soñaran y vivieran en la riqueza y en el poder transitorio que otorga la vida.
Así, mis historias, nuestras historias, irán clavándose en el devenir de tres milenios, donde la minería, la metalurgia y la industria. en la ciudad de Linares han estado más que adherida al suelo y al subsuelo. Lo que hizo que los primeros asentamientos humanos en esta rica tierra se trasladen al principio de los tiempos.
Un tesoro por descubrir, unas entrañas por iluminar y conquistar, para que su valor y su riqueza mineral nos muestren el camino de la vida que queremos vivir. Un tesoro que, pronto, en los albores de la historia como hombres, como era natural, llamó la atención a nuevos y lejanos conquistadores, que, atraídos por sus riquezas, comenzaron su marcha, paso a paso, carro a carro, para conquistarla.
Pero, ¿qué fue de sus explotaciones mineras?, aquellas que horadaron las laderas, con rafas infernales, de esclavos y sangre, de candiles, picos y palas, recubiertos de agua y fango, para dar rica plata que engrandeciera a los conquistadores. La legendaria mina de Baebelo que, según las crónicas literarias e históricas de Plinio el Viejo, fue entregada en dote por Mucro, rey de Cástulo, capital de la Oretania Íbera, al General Cartaginés Aníbal, sellando con ella no solo la boda de Himilce sino también el pacto entre cartagineses y oretanos contra Roma, en La Segunda Guerra Púnica.
Más tarde, Escipión el Africano, general romano conquistador de Cástulo, dio pie a que tanto La República como el Imperio explotaran, con orgullo y sin piedad, nuestras minas durante tres siglos. Baebelo pasó a la historia por llenar las arcas tunecinas y capitolinas, con más de doscientas libras diarias de plata.
Con Felipe II, Linares entra en la historia como villa independiente de Baeza, con el nombre del más bello de los cuatro elementos. Linar: Agua, fuente, vida. Aunque este nuevo estatus nos costará siete mil maravedíes, y nos obligará a ser uno de los viveros principales de cobre y plomo para que nunca se pusiese el sol en sus territorios. Este rey, de la casa de Los Austrias, ve en la minería linarense un auténtico filón para sus intereses constructivos y bélicos. Siendo esta decisión el precedente histórico de la génesis de Arrayanes. Así, y como narran los legajos del Archivo de Simancas, extrajo de los suelos de Linares más de 250.000 arrobas de plomo (tres millones de kilos) con lo que cubrió los techos y suelos de su Palacio de El Escorial y supuso el cambio de la piedra a este duro metal, para las bombardas de un ejército conquistador.
Con La Revolución Industrial y las tristes contiendas nacionales y mundiales, Linares despertó al mundo conocido, al ser una de las ciudades españolas donde mayor capital europeo se invirtió. Y donde, entre concesiones, demasías y escoriales, se concedieron mil una licencias, minándose más de ochocientos Kilómetros (la distancia de Linares a Barcelona) de galerías en el subsuelo de la telúrica madre.
Esto también supuso una gran transformación de la ciudad y la aparición de nuevos personajes. Amén de las diez mil seiscientas almas que trabajaron, entre 1875 y 1912, directa e indirectamente en la explotación, metalurgia y transporte minero.
Todo esto creó grandes riquezas para unos pocos, sobre todo inversores extranjeros, y gran sufrimiento a la clase trabajadora minera, que en aluvión vinieron al distrito Linares-La Carolina de provincias como Almería, Córdoba, Murcia y Ciudad Real.
Y, por supuesto, determinó un paisaje genuino y único en Europa.
1Imagen: Todo pasa, todo queda. Pequeñas y grandes historias de un mundo de pasión por vivir.
Mineros 1906