«Aún tengo miedo por todo lo ocurrido, la idea de perder a mi hija, y no dudaría en ir a verla a pesar de poder ir a la cárcel ». Lo dice con toda la serenidad posible, aunque su voz sigue volviéndose temblorosa al recordar lo vivido hace tres semanas cuando, de la noche a la mañana, la Policía Nacional se presentaba en su casa de Linares con la orden de llevarse a Olympia, su hija de cinco años, para ser entregada a su padre.
Desirée Vicente, la madre de la pequeña, intenta aún asimilar la incertidumbre arrastrada a lo largo de cinco días cuando el pasado 21 de mayo la Policía le comunicaba la orden de entregar a la niña a partir de una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que obligaba a restituir a la menor a Suiza, donde vivía Vicente con el padre de Olympia antes de trasladarse a España tras una agresión por parte de su expareja en Grecia. «Fue todo my rápido, con noches enteras sin dormir para que mis abogados presentaran un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional (TC), que era nuestra única esperanza», recuerda Desirée.
En un tiempo récord, apenas 24 horas desde que se presentara el recurso de amparo y su admisión a trámite por parte del TC, el caso de Vicente marcaba un hito dentro de la jurisprudencia española. El Constitucional admitía la «urgencia excepcional» de este caso al plantear «un problema o afectar a una faceta de un derecho fundamental sobre el que no hay doctrina en este Tribunal», a la vez que reconocía que la ejecución del auto de la Audiencia Provincial de Madrid «produciría un perjuicio de imposible o muy difícil reparación que haría perder su finalidad al recurso de amparo».
«Ahora estamos en un momento de espera, con tensión, porque no sabemos si se va a agilizar el proceso», explica Vicente sobre la situación judicial de su recurso ante el Alto Tribunal que, de momento, ha solicitado a las partes que remitan toda la certificación de las actuaciones correspondientes a los diferentes autos judiciales -del Juzgado de Violencia sobre la denuncia por malos tratos que le otorgó la custodia a la madre y de la Audiencia de Madrid que dictaminó la restitución de la menor al padre- en un plazo de diez días.
Con el proceso en marcha, Vicente admite que espera que la resolución final «recoja la sensibilidad que los magistrados mostraron al interesarse por este caso y su agilidad en dar respuesta al recurso». «Sea cual sea su resolución final, espero que mantenga esa sensibilidad por los derechos de mi hija y se pueda evitar el trauma tan tremendo que hubiera sido entregarla a un centro de menores y, de la noche a la mañana, a su padre, que no ve desde hace dos años», reconoce la madre que, tras trasladarse a Madrid en agosto de 2013, ha rehecho su vida junto a un linarense, con quien tiene un hijo de ocho meses.
En este sentido Vicente no duda que, de ser favorable la resolución del TC a la orden dictaminada por la Audiencia Provincial de Madrid, y por tanto restituir a la menor a su padre al considerar que ha existido un secuestro de la menor por parte de la madre, «no va a impedir que vaya a verla». «Es duro decirlo, porque si mi hija es llevada a Suiza, donde tengo una orden de detención por su supuesto secuestro, no me van a impedir ir a verla, aunque eso suponga que vaya a la cárcel. Y lo digo a pesar de ser consciente de que tengo un hijo de ocho meses», sostiene la madre que, al mismo tiempo, no duda en señalar que necesitará ayuda para superar la ansiedad que le ha generado esta situación, de la que intenta mantener al margen a la pequeña.
«Ella debe ver a su padre»
Asegura que ni antes de aquel 21 de mayo, ni ahora, le ha negado al padre de Olympia la posibilidad de acercarse a la menor «pero nunca ha habido interés por hacerlo». De hecho, sostiene Vicente, en todo momento ha mantenido la puerta abierta a que la pequeña se encontrara con su padre en un punto de encuentro en Madrid, como establecía la sentencia del Juzgado de Violencia.
«Nunca me he negado, además creo que es lo mejor para mi hija porque es un derecho de ella encontrarse con su padre. Mi objetivo es que exista ese acercamiento en el futuro, siempre con la mediación de profesionales en todo momento, pero frente a esto la postura de la otra parte es muy distinta porque siempre se han mostrado contrarios a las medidas que se han establecido para ello», explica Desirée. Según explica, desde que en agosto de 2013 regresará a España desde Grecia «con lo puesto», tras salir del país donde se encontraba de vacaciones por la agresión sufrida «y con el consentimiento verbal del padre para salir con Olympia», los contactos con el padre fueron escasos, y siempre a través de videollamadas.
«El primer contacto fue en diciembre, el día del cumpleaños de ambos, y después de eso durante dos meses, aproximadamente, hubo contacto a través de videollamadas durante dos días a la semana pero hubo un momento en que la niña quiso dejar de hablar con él porque le recriminó que no le invitaba a verla. Mi hija llevó a cuestas esa contestación durante meses, y fue entonces cuando comenzó todo el proceso judicial por parte del padre», explica la madre, quien lamenta que ni entonces, ni ahora, ha existido ningún tipo de interés por el estado de la pequeña «ni siquiera cuando recibió el parte médico por un ataque de ansiedad que sufrió Olympia cuando se personó la Policía en nuestro domicilio para llevársela».
«Cuando llegué a España, después de 19 años en Suiza para estudiar y trabajar, montar mi propio despacho de abogados, me vine con lo puesto, un bikini y poco más. No tenía nada, todo se quedó en nuestra casa de Suiza y allí sigue a día de hoy», apunta Vicente, quien recrimina al padre que, en estas tres semanas, y a pesar de haber estado en España en dos ocasiones -una de ellas en Linares para recoger a la pequeña y otra hace unas semanas en Madrid para acudir a un plató de televisión- «nunca ha solicitado verla por ninguna vía, a pesar de que tenía esa posibilidad».
Por su parte, Vicente insiste en que su objetivo es evitar que su hija se vea afectada, a la vez que agradece el apoyo que recibió durante los días más complicados por parte de amigos y familiares, pero también de cientos de linarenses anónimos que no dudaron en salir a la calle para mostrar su apoyo a Desirée y a la pequeña tras la resolución de la Audiencia. Irene Téllez. IDEAL.